A
riesgo de que se interprete como excusa, confirmando mi incapacidad de
sociabilizar con más de una persona a la vez –y por poco rato- ¿cómo hago para asistir a un evento en Palermo a las siete de la tarde cuando
voy a estar trabajando hasta las ocho en Lomas
de Zamora? No es que no quiera ir,
me es materialmente imposible llegar a tiempo.
Y
así –por necesidad de trabajar, por
distancia, por el infernal tráfico de BAires-
termino cimentando una reputación de arisca y huraña que no es del todo –del todo-
justa. Pero qué se le va a hacer, es lo
que hay.
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