miércoles, 22 de marzo de 2017






























     Lo había leído por mandato escolar, allá por mis trece o catorce años, tomado en préstamo de la biblioteca del colegio.  Volvió a caer en mis manos por estos días y antes de acomodarlo en el estante de policiales argentinos de mi biblioteca personal,  me concedí el placer de releerlo.  Y lo encontré aún más delicioso que en aquella lectura obligatoria, redescubriendo pasajes, olvidados a nivel consciente pero que en el reencuentro los comprendo como claro sustento de mi realidad actual.


     “(Inspector Julián Baigorri) –Le confieso que no sabía si aquello era en serio o en broma.  Unos cuadros donde había líneas, círculos, cubos, pintados en cualquier forma…  Y a lo mejor decía: “Jardín”, o “Muchacha sentada”.  Será porque yo no entiendo de pintura.
(Camilo Canegato) -Aparte de no entenderlos, ¿aquellos cuadros le gustaban?  Usted, ¿los hubiera colgado en las paredes de su casa?  ¿Le hubiera agradado contemplarlos mientras comía, o fumaba, o conversaba con sus amigos?
-¡Ah, no!
-¿Y Leonardo, por ejemplo?  ¿Le gusta Leonardo?
-Ah, eso es otra cosa.
-Y, sin embargo, sigue sin entender de pintura.
-Sí, es cierto.
-Entonces, aquello de “será porque yo no entiendo” carece de validez.
-Sí, es cierto.
-No, si un arte tiene que ser entendido sólo por los entendidos, no es arte, es la clave de una logia.
-Pero si usted los oye a ellos…
-¡Ah, sí!  “Yo lo veo así”, “yo lo entiendo así”, le dirá el autor de esos mamarrachos.  Pero resulta que nadie más que él  lo ve así  “No me importan los demás”, seguirá diciéndole.  “Es arte, sólo importa el artista, el yo creador”.  Entonces, si su pintura es la realización del “yo lo veo así”, ¿por qué no la guarda sólo para él?  Y si en su pintura los demás no cuentan, entones, ¿para qué pinta, para quién pinta?  (…)  Luego, añada la circunstancia de que alrededor de los pintores pulula un innoble comercio, encarnado en el marchand.  El marchand vive de la compra venta de cuadros.  Su ganancia, como la de cualquier comerciante, está en comprar barato y vender caro. (…)  Y añada algo más todavía.  Añada la literatura, la charla, la política, derribando a éste, encumbrando a aquél.  Añada los Apollinaire, haciendo y deshaciendo, desde afuera, los “ismos” de la pintura.  Ah, usted pregunta a qué deben su fama.  La deben a veinte mentiras superpuestas.”


Marco Denevi, Rosaura a las diez Editorial Sudamericana SA Buenos Aires 2011 páginas 188/192.




  

          Cierto, en palabras de Borges,somos los libros que nos han mejorado.







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