Método compositivo I
Me pregunta
sobre mi “método compositivo”, y lo hace de modo tan serio que me siento
obligada a dar una explicación coherente.
Decir que voy haciendo sobre la marcha según me venga en ganas parece
demasiado infantil. Así que traté de
explicarle que siempre empiezo con un dibujo que me permita el disfrute puro y
simple de dibujar. Ojos acuosos es una
de las cosas que más me gustan…
Después,
y vaya uno a saber por qué, me gusta maltratar el papel base, ya quemándolo, ya
rasgándolo. Ese daño otorga un factor
impreciso, líneas incontrolables, bordes caprichosos, que van imponiendo la
estructura de la obra. Ese quemar o romper
define un entorno en el que mi voluntad no
tiene completo control. El alea del
juego.
El paso
siguiente suele ser agregar algún papel especial, por lo general artesanal y de
color. Al pegar un papel sobre el otro introduzco un nuevo modificante: el agua con
el que humedezco para facilitar la adhesión de la cola. El agua también maltrata, a veces ensucia,
a veces borra, casi siempre arruga y rasga.
Dejamos jugar de nuevo al azar en la composición: lo que queda definido tras el pegado no ha
sido plenamente controlado por mi voluntad, es el inicio de la auto-definición de la obra.
La mezcla
de papeles aporta una base de textura dispar, que va a condicionar el
comportamiento de las distintas técnicas con las que trabaje. Ni la tinta, ni el grafito ni el acrílico
reacciona igual sobre un papel industrializado que uno artesanal, modificando
tonos y acabados. Juegos de engaños sobre una misma línea y un
mismo color que parecerán dos o más en el recorrido sobre el soporte
texturizado. ¿Cuál es la razón? Desafiarme, jugar a vencer la dificultad,
hacer algo ignorando como va a lucir al final.
Dejarme sorprender por el resultado.
Y, claro,
agrego texto. Porque me encanta trazar
letras, imitando caligrafías y estilos del siglo pasado. ¿Cómo escojo esos textos? Preferencias personales, por estética conjunta,
porque me divierte lo que dice en contraste con la imagen inicial. A veces, por pura casualidad, a veces porque
inconscientemente lo asocio con alguna vivencia íntima.
Enmarco
con bordes para borronear las junturas de los dos papeles base. Superpongo un diseño para que entre la duda
del límite, para confundir al espectador
respecto de dónde empiezan y dónde terminan las cosas.
Para mi trabajar la obra es diversión y aspiro a que, aun en pequeña
medida, el espectador también encuentre algo de diversión al desentrañarla en su
contemplación.
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