miércoles, 8 de agosto de 2018


Método compositivo I




     Me pregunta sobre mi “método compositivo”, y lo hace de modo tan serio que me siento obligada a dar una explicación coherente.  Decir que voy haciendo sobre la marcha según me venga en ganas parece demasiado infantil.  Así que traté de explicarle que siempre empiezo con un dibujo que me permita el disfrute puro y simple de dibujar.  Ojos acuosos es una de las cosas que más me gustan…










     Después, y vaya uno a saber por qué, me gusta maltratar el papel base, ya quemándolo, ya rasgándolo.  Ese daño otorga un factor impreciso, líneas incontrolables, bordes caprichosos, que van imponiendo la estructura de la obra.  Ese quemar o romper define un entorno en el que mi voluntad  no tiene completo control.  El alea del juego.









     El paso siguiente suele ser agregar algún papel especial, por lo general artesanal y de color. Al pegar un papel sobre el otro introduzco un nuevo modificante: el agua con el que humedezco para facilitar la adhesión de la cola.  El agua también maltrata, a veces ensucia, a veces borra, casi siempre arruga y rasga.  Dejamos jugar de nuevo al azar en la composición:  lo que queda definido tras el pegado no ha sido plenamente controlado por mi voluntad, es el inicio de la auto-definición de la obra.

    La mezcla de papeles aporta una base de textura dispar, que va a condicionar el comportamiento de las distintas técnicas con las que trabaje.  Ni la tinta, ni el grafito ni el acrílico reacciona igual sobre un papel industrializado que uno artesanal, modificando tonos y acabados.   Juegos de engaños sobre una misma línea y un mismo color que parecerán dos o más en el recorrido sobre el soporte texturizado.  ¿Cuál es la razón?  Desafiarme, jugar a vencer la dificultad, hacer algo ignorando como va a lucir al final.  Dejarme sorprender por el resultado.








     Y, claro, agrego texto.  Porque me encanta trazar letras, imitando caligrafías y estilos del siglo pasado.  ¿Cómo escojo esos textos?  Preferencias personales, por estética conjunta, porque me divierte lo que dice en contraste con la imagen inicial.  A veces, por pura casualidad, a veces porque inconscientemente lo asocio con alguna vivencia íntima.










     Enmarco con bordes para borronear las junturas de los dos papeles base.  Superpongo un diseño para que entre la duda del  límite, para confundir al espectador respecto de dónde empiezan y dónde  terminan  las cosas.  Para mi trabajar la obra es diversión y aspiro a que, aun en pequeña medida, el espectador también encuentre algo de diversión al desentrañarla en su contemplación.

















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