Sigo con la obrita intervenida con
fragmentos de bolsa de Sephora (después pensaré un título digno y sesudo, grandilocuente,
ahora soy simple y directa). Tuve
un mal día, lo reconozco, así que lo compensé haciendo exclusivamente lo que me da placer físico. Léase: lapiceras de gel rosa fluo, algo de
verde y ese blanco pastoso que permite el matiz. Bordecito y dorado, que el dorado me calma
siempre los nervios. Algún día me preguntaré el por qué, pero no
hoy. Fue un día deprimente.
Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar…
cuando no quedan
islas para naufragar…
Joaquín
Sabina, Peces de Ciudad
No; ¿cuántas veces lo tengo que
decir? No huir, irse. Irse habiendo pagado todas las deudas. Irse tranquilamente, sin que nada pueda
obstaculizar la marcha, sin necesidad de mirar para los costados. Irse en
paz. Irse, ¿entendés?, no huir. Sobretodo porque ya no quedan islas dónde
naufragar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario