martes, 19 de febrero de 2019




     Como de costumbre, estoy a mitad de una docena de cosas.  Todo bien, así vivo.  Este proyecto, aquel otro, algún compromiso ineludible, lo que hago por exclusivo placer.  Pero hay un límite hasta para alguien tan errático y disperso como yo.  Hay un punto donde se fila el abismo de la paciencia y sólo se puede esperar lo peor.

     Sumemos atenuantes: la espalda me está matando y la medicación que a duras penas calma el dolor no saca precisamente lo mejor de mí.  Y que algunas personas imprudentes no saben cuándo dejar de fastidiar.

   Habíamos hablado de esa convocatoria, en abstracto, como una interesante propuesta a la que yo debería postularme.  Con algo de la serie de Circus Gestual.  Él, contemplando mi actual falta de tiempo, decidió que utilizara las versiones tentativas que no envié a la TAE 19 Edimburgh,  a mis chicas Rosa, Amarilla o Azul















   Claro que yo no hago eso, las postalitas descartadas deben ser sólo eso, postalitas descartadas por priorizar a mi favorita, la Chica Verde







     No tengo tiempo ahora, la convocatoria está muy sobre la fecha, no puedo distraerme más de lo que ya me estoy distrayendo.  Te lo agradezco, pero no.  Y, como pasa siempre, no me escucha y sigue insistiendo.  Que me haga un rato, que intervenga una etiqueta para una botella de malbec.  Que no me cuesta nada, que es lo que hago, que esboce un rostro, un gesto,  una divertida expresión que invite  a “volver a vos”, a ser quien soy…





    Y así, sin gran convicción pero dispuesta a que me deje tranquila, me senté los cinco minutos que le robé a otras ocupaciones a esbozar un gesto  que me represente y que en este mismísimo momento me parece compañero perfecto de una copa de tinto.  Y salió esto.  Sospecho que no le va a gustar…





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