martes, 21 de abril de 2020





     Trigésimo tercer día de cuarentena.    Las pandemias históricas tienen su máscara alegórica: la de pájaro o de pico, “Il Dottore della peste”.  En la epidemia que surgió en Europa entre los años 1575 y 1577, originada en Venecia, se comenzó a utilizar una vestimenta especial para los médicos que atendían a los enfermos: guantes de cuero, “ojos de cristal” para salvaguardar los globos oculares, sombrero de ala ancha y un enorme abrigo de cuero encerado que llegaba hasta los tobillos. Esta indumentaria se completaba con una vara larga, que se utilizaba para apartar a aquellos que se acercaban demasiado, y una máscara con forma de pico de ave.  Dicen los libros que se rellenaba la zona del pico con plantas aromáticas para mitigar los olores e impedir que el aire que exhalaban los enfermos llegara a ser respirado por el médico. Otra de las razones por las que tenía esa forma era, al parecer, porque el largo e incómodo pico impedía que el doctor se acercase al aliento del infectado.  La vara y la máscara como herramientas de  distanciación social.



      Máscaras y peste, ¿cómo puedo apartarme de esa idea?  Sigo trabajando, ya no se si guiada por la inspiración o por el exorcismo de mis miedos.









































































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