Vigésimo cuarto día de cuarentena. Me
sumo a un juego colectivo organizado por una galería de arte de Barcelona,
ImaginArte
El plan consiste en que los artistas
realicemos, en el plazo de tres días, una obra en base a una imagen que nos envía
la Galería. Esta imagen corresponderá a una obra realizada por otro artista
participante en el juego y retratado con ella.
Ayer me llegó la imagen sobre la que debo
trabajar:
Como corresponde a mi lógica, arranqué de
la primera imagen reproducida, usando mi fetiche: la lapicera de tinta en gel
dorada. Eso marcó el ritmo: la primera y
la segunda imagen las trabajé con lapiceras de tinta de colores, la tercera en
tinta negra, la cuarta en grafito y ahí frené porque, como corresponde a mi
desordenada manera de ser y a esta costumbre de no bocetar espacios, me quedé
sin papel. Así que habrá que recortar y
adherir a otro soporte para poder hacer el retrato que sí me corresponde por
orden de trabajo.
Bien, pero como mi retrato lo quiero hacer
en color, probablemente en acuarela, necesito sacar las manos para que se
unifique la base. Recortamos pues.
Escarmentada, ahora sí mido espacios y
boceto al colega que retrataré.
Bastante satisfecha me dispongo a jugar con
mis lápices acuarelables (debo reconocer que este desafío ha logrado
espantar un poco los aires oscuros de la cuarentena permitiéndome retomar el
entusiasmo). Veamos que sale.
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