Paso
uno, un boceto de un retrato donde predominen los ojos y la lánguida postura
del cuello. ¿Por qué? Porque, cuando se trata de retratos, la línea
del cuello marca la diferencia y determina la expresión.
Paso
dos, partimos el boceto a la mitad. ¿Por
qué? Porque tengo un par de bastidores
con una obrita menor (repliqué un florero de vitro-fusión para decorar un
rincón de mi casa; el florero se rompió y la composición ya no tuvo razón de
ser), y necesito darles un nuevo destino.
Paso
tres, pegamos el boceto partido -sacando el exceso de papel innecesario-
sobre el pastiche que ya había en los bastidores. Integramos con un poco de acrílico blanco y grafito color acuarelable.
Sobre esto, en cuanto tengamos 5 minutos
de tiempo para dedicarle, vamos a trabajar según nuestra lógica. Veremos que sale.
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