Vida
real de artista – Día 2, seriedad
kafkiana
Como uno sabe que los trámites
administrativos en esfera gubernamental tienen principio pero dudoso fin,
corresponde con tiempo y calma hacer las gestiones necesarias para que mi obra
cruce oportunamente las fronteras sin ningún conflicto.
Es verdad que hace unos años se modificó
la normativa y ya no tramitamos “permisos” sino “avisos” de
exportación de obras de arte y que podemos hacer toda la gestión a distancia y
vía web, pero aun así el aspecto kafkiano no lo han perdido y para quien no es
habitué de la burocracia estos menesteres son un agobio. En la fantasía popular, probablemente, estas
cosas las gestionan galeristas o dealer o presuntos representantes, dejando al artista vivir en su
desenfrenada bohemia. En la triste realidad real somos nosotros, los artistas, los que tenemos que
lidiar con todo, en especial, con el tramiterío engorroso.
Perdí toda la mañana del lunes y mucha de
mi precaria salud mental en la página oficial de Trámites a Distancia ante la
ventanilla virtual “única” de Comercio Exterior de Cultura de la Nación. En lugar de un solo trámite por 15 obras
terminé haciendo cuatro, intento fallido tras intento fallido, por error mío o
por que se caía la página, porque me pedían la fecha exacta de realización de
cada obra (imposible saberlo, inventamos una aproximada), subir nombre y
medidas (medidas aproximadas) y la foto respectiva señalizada por número
de orden (aproximación también, al fin y al cabo algunas obras se parecen
entre sí). Yo le pongo voluntad, no
me pidan exactitud.
Me quedé al final de tanto esfuerzo con
cuatro números de expedientes “iniciados con éxito” (según
dice el portal): 2021-99061905 APN DNBYSC#MC, 2021-99130450 APN DNBYSC#MC,
2021-99141687 APN DNBYSC#MC y 2021-99152843 APN DNBYSC#MC. Ahora a seguirlos en línea y, esperemos,
obtener la resolución que autoriza a esas 15 obras (las bidimensionales, las de
colgar en pared) a viajar a Punta del Este.
El resto de mis cachivaches (la Caja
de Frutillas, mis Arlequines y demás esculturas de papel,
los objetos intervenidos) no califican como “obra de arte” (a mi
criterio, no califican) y cayendo dentro de la categoría de artesanía u
objetos de decoración no necesitan este tipo de trámite para su traslado. O eso espero.
La bohemia del arte, la irresponsabilidad,
la vida libre y despreocupada de los artistas, es un mito urbano que nunca
comprenderé de dónde salió. De todo
tenemos que hacernos cargo, a pulmón y a nuestro exclusivo costo. Agotador.
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