Vida
real de artista – Día 5, sesión de
fotografía
Enfocada (es una forma de decir, los
cinco minutos que pongo el foco en esto corriéndolo de la otra media docena de
cosas que me tiene ocupada un domingo cualquiera) en el diseño del catálogo
para la muestra de Punta del Este resulta esencial decidir que fotografías
de la obra se incluirán en él.
Y como en todo evento, el catálogo debe
replicar la idea general de la puesta: una invitación al espectador a ingresar
en un juego amable de superposición y engaño.
Porque donde todo se sostiene en papel hay un trompe l´oeil
constante, sin mayor mala intensión que la ilusión de ser lo que por lógica no debería
ser.
Así que la finalidad del catálogo
será advertir de esa circunstancia, del protagonismo de material tan inofensivo
y dúctil como el papel y de la vorágine de remembranzas de Alicia
y de Venecia, pero todo enredado entre sí. Por ello, las fotografías a reproducir no
pueden ser el tradicional retrato de obra, bien encuadrado y de fondo neutro. Ninguna
foto de museo hoy. Quiero que las obras
jueguen entre sí y con el espectador, que enlacen con la idea original de “casa
tomada” y se propongan para incluirse en la cotidianidad de quién las ve, que
sugieran la realidad de irse a casa con el espectador y acomodarse para él en
cualquier entorno con la exclusiva premisa del disfrute.
Claro, de decirlo a bajarlo a los hechos hay un abismo. Querer trasmitir con imágenes (limitadas en el plano y a mi deficiente capacidad de fotógrafa aficionada con un celular) un discurso tan elaborado excede por mucho lo que sé hacer. Pero lo intento. Amago a ir elaborando el material necesario para ese plan.
Dedico un rato a fotografiar por grupos algunas de las obras que viajarán
a Uruguay. ¿El criterio?, vamos
improvisando. Las traslado a la mesa de
arrime del hall de entrada de mi casa y las dispongo por orden de llegada. Y fotografiamos lo que se va armando…
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