Vida
real de artista – Día 6, tic-tac
tic-tac
El tiempo pasa sin ningún tipo de pudor,
las cosas se amontonan y parece que hay que hacer todo junto. ¿A dónde se fue la estrategia? No sé, en este desorden no encuentro nada…
Tenía una lista, muy prolija, de
tareas para hacer distribuidas en el tiempo de tal modo que (se suponía)
llegaba a todo sin ningún esfuerzo y con absoluta elegancia. Pero la vida real es la vida real y se sabe
de su tendencia natural al caos. Y yo soy
presa fácil de la dispersión, todo me interesa, me distraigo y adiós las buenas
intenciones, la organización y el traicionero tiempo.
Miro
mi reloj,
El tiempo corre porque es un cobarde.
Llamando a la mujer acción.
Si tú tampoco tienes perro que te ladre,
Yo te aúllo una canción.
Alejandro
Sanz,
Llamando a la mujer acción
En un sábado que tengo comprometido a
otras -gratas- cosas, pude finalmente dejar en manos de mi marquero a We´re
all Mad Here para que la apronte debidamente (linda varilla, passepartout
engamado y vidrio que seguramente se fracturará en el traslado). Será la única obra enmarcada que integrará la
puesta de Punta del Este y la que reciba a los visitantes al ingreso a
mi espacio. Ella anunciará el criterio a
seguir en la recorrida: la cordura se queda en la entrada, esto es
territorio de juegos.
Listos los textos para el catálogo se
supone que mañana dedicaré el domingo eleccionario a diseñar la primera aproximación
de lo que quiero, para luego someterme a que el diseñador de la gráfica termine,
como siempre, haciendo lo que le parezca.
Tic tac tic tac…
Sabemos que los tiempos de diseño e impresión siempre son indefinidos y están
en los bordes de la salud mental del artista que los necesita. Así que cuanto antes cierre este asunto
ahorro en angustias varias que puedo aplicar a los siguientes problemas.
Tic tac tic tac… por alguna
inexplicable razón tengo acumuladas en mi bandeja de tareas una muestra física local
a la que quiero llevar una obra que aun no existe, eventos del otro lado del
Océano que dependen de la buena voluntad del correo, invitaciones varias a las
que quiero responder pero no sé cuándo ni con qué, y el desgaste de esta altura
del año que suma la resaca de una peste que no se termina de ir y la histeria colectiva de un país que -como
acostumbra periódicamente- se desmorona en la crisis total. Lindos tiempos para (sobre) vivir por
estos lados.
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