Avances erráticos
en una obra dispersa. No se muy bien que
estoy haciendo (por fuera de querer bajar el nivel de stress de estos días que
por todos los flancos parecen augurar el fin del mundo), salvo dejarme llevar
por mis preferencias habituales.
“El Dorado era un champú…” canta Sabina en Peces de Ciudad, pero para mí el dorado es un invitado inevitable. Me calma los nervios. Y dibujar en tinta es lo más parecido al Alplax sin receta que conozco. "Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar..." Qué tiempos nos ha tocado transitar, qué difícil adaptarse a esta realidad impensada e impuesta. Sólo se puede huir hacia adentro, a nuestro El Dorado íntimo y personal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario