lunes, 15 de julio de 2013




Spices, silk, and souls attracted hardy Renaissance Europeans willing to risk their lives on perilous journeys to discover routes across vast deserts or through uncharted waters to Catay and the Indies. To obtain these valuable trade goods for thriving European markerts, they traveled across the width of Asia over a network of caravan trails kown as th Silk Road or navigated sailing ships via a maritime Silk Road around Africa and across the Indian Ocean. Profits from the spice and silk trades brought power to succesful seekers, and the winning of souls would reward the evangelizing efforts of misionaries who traveled with them. The background of these parallel sagas is reveled here by examining original maps covering more than two millennia, from the fourth century B.C. to influence Europe´s geographical revolution by facilitating and recording the West´s progress and its knowledge of place and people in the East. For centuries before the time of Christ the ancient spice trade delivered condiments from South an Southeast Asia to European dinner tables. They were brought by Chinese and Malayan ships from the Molucas (Spice Island) to emporiums at Malacca, Ceylon, and India. From these centers they traveled in Arabic vessels to the Persian Gulf, up the Euphates River on through the Red Sea, and then on to Alexandria on Egypt´s Mediterranean coast, the bustiest commercial center of the Greek and Roman world. From there, aromatic and pungent spices, including nutmeg, cloves, cinnamon, and sandalwood, found their way to markets throughout Europe.” 

Kenneth Nebenzahl, Mapping the Silk Road and Beyond, Introduction Phaidon Press Limited London 2005, pag. 7







(“Especias, seda, y almas atraen ferozmente a la Europa Renacentista, disponiéndola a arriesgar sus vidas en peligrosos viajes de descubrimiento a través de vastos desiertos o a través de aguas desconocidas, hasta Catay y las Indias. Para obtener esos valiosos productos comerciales que hacían prosperar los mercados europeos, viajaron a lo ancho de Asia por una red de senderos de caravanas conocidos como La Ruta de la Seda o navegaron en barcos de vela a través de vías marítimas alrededor de África y el Océano Índico, conocidas también coma la Ruta de la Seda. Las ganancias generadas por las especias y la seda daban poder y prestigio a los comerciantes, y las almas conquistadas eran la recompensa al compromiso evangelizador de los misioneros que viajaban con ellos. El trasfondo de estas sagas paralelas se revela aquí mediante el examen de los mapas originales que cubren más de dos mil años, desde el siglo Cuarto después de Cristo hasta el siglo Diecinueve. Estos documentos son cruciales para entender la influencia de la revolución geográfica de Europa, facilitando y registrando el progreso de Occidente y su conocimiento de los países y los pueblos en el Este. Durante siglos, desde antes de Cristo, el comercio de las especias hacía llegar desde el sud y el sudeste asiático los condimentos a las mesas europeas. Eran trasladados por barcos chinos y malayos desde las Molucas (Isla de las Especias) hasta emporios de Malacca, Ceilán y la India. A partir de estos centros viajaban en barcos árabes por el Golfo Pérsico, hasta el río Éufrates o a través del Mar Rojo, y luego a Alejandría, en la costa mediterránea de Egipto, y de allí trasladadas a los centros comerciales del mundo griego y romano. A partir de ahí, las especias aromáticas y picantes, como la nuez moscada, clavo de olor, canela y sándalo, encontraron su camino a los mercados de toda Europa ".  

  Kenneth Nebenzahl, Cartografía de la Ruta de la seda y más allá, Introducción Phaidon Press Limited London 2005, pag. 7)









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