Método creativo (AKA lógica farnelliana)
“Un artista intenta que la gente se
acerque a las cosas, ya que el arte tiene que ver con el hecho de compartir. No
se puede ser un artista si no se quiere compartir una experiencia, un
pensamiento”. David Hockney
Inicio con el esbozo de una figura femenina, en una postura que implique
movimiento, vibración y tensión. ¿Por
qué? Porque no me gustan las posturas
tradicionales, tímidas o recatadas. Voy
siempre por los extremos: o languidez o acción, lo que queda por el medio
tiende a aburrirme demasiado pronto.
La figura que será centro de la composición, hecha sobre papel blanco industrializado
y trazado con grafito y lápices acuarelables, requiere un tratamiento que
facilite la textura. Iba a quemarlo
antes de adherirlo a un papel artesanal de color pero me quedé sin fósforos y
no pude encontrar ningún encendedor (tal vez
deba empezar a sospechar que en esta casa se considera eventualmente peligrosa mi afición al fuego como interventor creativo…), así que hubo que improvisar.
Tracé círculos que recorté para que el papel artesanal pudiera colarse a
través del papel superior. ¿Para? Para que la textura de la superficie vaya
mutando, con un patrón inicialmente razonable, a lo largo de toda la composición. La pintura actúa distinto según el tipo de
papel base, los colores reflejan distinto, la duda que se genera al espectador
sobre si es o no es, la necesidad de acercamiento o de comprobar con el tacto,
es un recurso para que la obra capte la atención y obligue, aunque sea por un
instante, a que se la contemple con todos los sentidos alerta.
Los bordes de los círculos los vuelvo a elevar con dimensional que después
pinté con tinta dorada. ¿? Para un tercer plano, subir y bajar. La idea de que la textura se dé también por
distintos planos, distintos ángulos que lleven a que la visión de la obra cambie con el movimiento del espectador ante ella. Si alguien está simplemente pasando por
delante, con un vistazo fugaz, pueda ser atrapado por esa sensación de que hay
algo raro, algo que requiere que se detenga y la mire otra vez. Que la obra sea una trampa.
Y trazamos un mapa antiguo de América.
¿La razón? Múltiple, podría
discursear un rato sobre todas las significancias que aporta la cartografía
antigua. Pero sería mentira. Lo cierto es que aun retumba en mi cabeza el
latiguillo que me repetían en mi infancia: “Los
mapas no se pueden dibujar, se compran o se calcan, no-se-di-bu-jan.” Acaté
ese mandamiento injusto en la escuela, pero ya no tengo por qué hacerlo. Sí dibujo mapas. Cuándo quiero y cómo quiero.
Continuará... (si no me distraigo con otra cosa, ya se sabe).
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