La totalidad de las imágenes que se reproducen en este blog corresponden a obras de mi autoría.
domingo, 31 de mayo de 2020
viernes, 29 de mayo de 2020
La falta de papel me obliga a retroceder
sobre obras abandonadas a medio hacer.
Encuentro detalles que me gustan mucho e ignoro por qué me alejé de ese
trabajo sin terminarlo. El juego del
fuego junto a los ojos me resulta sumamente grato, provocador de
posibilidades. Tal vez lo retome y
avance. Tal vez, como todo en esta
cuarentena, sea un sin sentido ante el que no pueda reaccionar. Quién sabe.
jueves, 28 de mayo de 2020
Dice
la radio que hoy es el día 70 de la cuarentena.
En medio del agobio infinito, y con la prohibición gubernamental de
angustiarnos, es preferible guardar silencio que empezar a los gritos de
indignación e impotencia a riesgo de alterar -aún más- a la pobre gata que ya
no soporta nuestra ininterrumpida compañía.
En qué manos nos tocó estar justo en estos momentos…
Y como cuando todo está mal lo normal es seguir empeorando, el caos de mi zona de taller es en estos día más caótico (al principio de la cuarentena un anuncio de nuestro gobierno de científicos nos aconsejaba ordenar los placares, pero NO nos dijeron que hacer con todo lo que descartamos en ese ordenamiento; setenta días después sigue amontonándose sobre una de mis mesas de trabajo… ¡deberían haber sabido que yo soy incapaz de tirar nada!, pero no, no me angustio, no nos dejan).
El
caos atacó y Julian terminó dos veces aparatosamente en el
suelo. La cartapesta es resistente pero
no lo suficiente para este tipo de descontrol.
Abolladuras varias, desprendimiento de la base y crisis de llanto (mía) retrocedo media docena de casilleros en mi
escultura de papel. A reconstruir, pero
se nos va el entusiasmo y como no puedo angustiarme no me queda otra opción que
hundirme en la absoluta apatía. Planeo
quedarme inmóvil mirando la pared la próxima semana. Pero no me angustio, no, soy tan obediente…
domingo, 24 de mayo de 2020
Julian – in process bis
Para
la bitácora de problemas: el papier
maché sigue siendo nuestra criptonita.
No hay forma de lograr el punto para que seque dentro de marcos lógicos
y no se desmorone a cada instante. Tengo
paciencia, trabajo lento, pero hasta los tiempos de secado deben tener cierta
cuota de razonabilidad. Sí, está la
famosa humedad de Buenos Aires, pero bueno, supongo que en Venecia
también el clima es exageradamente húmedo la mayor parte del tiempo y originariamente
las máscaras más elaboradas y las marionetas era de arcilla de papel (antes,
cuando no todo era made in China AC -antes del coronavirus-, quién sabe a
futuro). La cartapesta sigue siendo
más sencilla, aunque no permita el modelado de rostros y manos (rostros y
manos que no secan y se parten y obligan a rehacer y terminamos aceptando lo
que salga porque ya nos agotó la paciencia y nos tienta tirar toda la pieza a un
rincón y distraernos con otra cosa).
miércoles, 20 de mayo de 2020
La cuarentena
infinita mutila el ánimo. No es que
quiera salir (el forzado encierro agrava mi natural ermitañez), pero no
hay forma de evitar que la paranoia colectiva se nos filtre por la piel. Con estos días demasiado benignos para ser
otoño intento pintar en caballete al aire libre. Pero no puedo entrar en ritmo, no me
concentro y acabo sin saber que estoy haciendo.
Las obras en las que debería trabajar en serio me superan y me veo
obligada al abandono.
Me refugio en la
cocina buscando el consuelo de un mate y
termino jugando con rollos de cartón.
Eso logra cambiarme el ánimo. Y
así dejo de pensar en pestes y mi cabeza se concentra en disimular el diseño tubular de Julian…