Mixtura
sobre papel intervenido con fuego, 30X30 cms.
Mis
“Chicas Cuadraditas” emprendieron viaje hacia Viña del Mar,
Chile, a intentar labrarse un destino independiente. Veremos que resulta de incursionar en el circuito
de comercialización a través de galerías y dealers independientes. Que la buena
ventura las acompañe.
Pero mis Chicas viajaron
solas, sin sus soportes, y así es que me he quedado con dieciséis sobres de
acrílico de 30X30 cms. que me miran desafiándome a hacer algo con ellos. Y como
sigo con esa idea de “subir” en mis trabajos, de hacer algo que se salga
de la mera textura e incursiones en una superposición de planos, decidí ponerme
a experimentar con este resabio de acrílicos.
Recorté a 30x30
cms uno de los múltiples dibujos que inicio y abandono. Limpié y definí un poco el diseño descartado
(un retrato clásico, una mariposa, una sirena, algo de texto).
Y procedí a
quemarlo, no ahora para superponerlo a otro papel sino para introducirlo en el
sobre de acrílico y seguir la composición sobre este con alguna pintura que
adhiera. Los huecos en el papel, a
través del material traslucido, definirán el fondo según la pared sobre lo que
se lo posicione, o sea, un fondo a completar en la cuelga. Algo inconcluso desde su concepción inicial.
Sobre pared blanca:
Sobre pared de ladrillos:
Pero ahora
se trata de continuar la composición sobre el acrílico, dibujar con algo que
adhiera y completar la obra en ese plano superior. Probablemente resulte una
porquería y la dama con su mariposa vuelva a frustrarse y regrese al montón de
los abandonos. Pero es imperiosa esta
necesidad de probar y seguir buscando un efecto distinto, un diseño que obligue
a una segunda mirada, a que el espectador se demore un rato en la contemplación. Esta necesidad de poder entablar
conversaciones a través de la obra con ese desconocido al que está destinado mi
trabajo.
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