sábado, 13 de abril de 2013




     Paso siguiente: decidir la obra que va a viajar a la muestra en España dentro de los lineamientos impuestos por las leyes de “si no lo sé lo invento” y “si me ponen límites los salto”, o sea, obras en papel que se puedan enrollar, que el enrollamiento no las dañe y que su tamaño permita que se las envíe en las cajas rígidas tubulares estandar para encomiendas. Cualquiera dirá que por qué no enviarlas conforme al procedimiento clásico (autorización estatal para salir del país y envío por empresas especializadas con cobertura de seguro). Por la sencilla razón de que a más del papelerío que requiere la Secretaria de Artes Visuales para autorizar la salida de obra (que no sean “obras maestras”, que yo no esté muerta y no sea “patrimonio nacional”), las empresas de traslado de obras cotizan a valores internacionales así como sus pólizas de seguro, y –como si fuera poco- las últimas disposiciones gubernamentales (que están haciendo un bloqueo hacia adentro, aislándonos en forma total del resto del planeta) obligan a contratar a un despachante de aduana (cuyos honorarios son los mismos envíe yo cuatro dibujos o 10 toneladas de soja). Y no me quejo solo del costo (que de hecho me quejo, porque torna imposible económicamente mandar obra al exterior) sino por lo engorroso de todos los procedimientos. Todo está minuciosamente pensado para desalentar a los artistas, está claro. Los cráneos de los gobiernos (de este y de los anteriores) sólo elucubran planes malévolos para que los que nos dedicamos a una actividad tan poco remunerativa como el arte colguemos los pinceles y nos dediquemos a trabajar a destajo de cualquier otra cosa. El arte siempre ha sido una actividad de lo más sospechosa. Mi primera elección de obras (para siete metros lineales) sería (todas de la serie Cartográfica): Portulano






 La bonita (al menos a mi me gusta mucho) 1592






Otra Odalisca de Fortuny






  Sin título (cartografía pornográfica) (aunque esta obra es en cartón y ya requeriría otros métodos de envío, pero como es de pequeño tamaño podría ir por otro tipo de caja de encomienda postal). Equilibra con la Odalisca que es del mismo tamaño.



 



Y debería tomar una decisión definitiva (ya que a mi criterio todavía son obras “inconclusas” –no firmadas- y deambulan en mi limbo personal) respecto de Virginia







Venus



 



Y Leda



 


      Una vez decidida sobre las obras a enviar es necesario evaluar los costos que devengará el que en España las monten en dos planchas de acrílico o de vidrio para poder colgarlas (lo que supongo más barato que enmarcarlas a la antigua usanza), ya que luego vendrá la apocalíptica tarea de poder remitir esos fondos al exterior. Pero una cosa a la vez. Tengo que detenerme a “terminar” las obras inconclusas, luego presentarlas en un espacio similar y si me convencen definitivamente medirlas y pedir los presupuestos. No sé por qué razón tradicionalmente se nos considera a los artistas seres indisciplinados y poco prácticos. La realidad es que vivimos haciendo malabarismos múltiples con un despliegue de paciencia que avergonzaría a más de un santo. La famosa “bohemia” es un mito.





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