-El backstage, el behind the scenes, el
tras bambalinas- me cita, recitando prolijamente el
manual. Hago como si no la escuchara, sólo
para fastidiarla, pero se de lo que está hablando. La trastienda del artista, la intimidad
creativa, el proceso en crudo, la experimentación en tiempo real, y todas esas
otras referencias trendy que se
imponen hoy. El artista, parece ser que
para diferenciarse, debe exhibirse haciendo.
Hace un
tiempo que viene insistiéndome que lo que debo mostrar en mi blog no es lo que pinto sino cómo lo pinto. Que tengo que poner el foco de atención en mi
(¿particular?, ¿personal?, ¿extraña?)
forma de componer y desarrollar la obra de principio a fin. Acepto que es una manera de acercar el
espectador a la obra, de hacerlo participar en el juego, y no tendría objeción si no fuera que es un
criterio demasiado de moda como para que no me genere suspicacias. Pero ella es, aparte de una buena amiga, una
especie de “curadora” según el parámetro oficial y no puede salirse de las
reglas actuales de su métier.
Y en homenaje a nuestra amistad le hago algo
de caso y acá va un resumen compositivo y la imagen final de lo que quedó
llamado como Quartier Latin
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