¿Entonces? Entonces nada. Hay cosas que son y cosas que no son. Y cosas que decidimos hacer que sean. Tanto como no somos responsables por las
fantasías ajenas somos por completo responsables de las nuestras. Sobre todo cuando las formateamos y las
ponemos en ejecución. ¿Entonces?
-Es
el destino- me dice, y aunque en mi cara lee que ni por casualidad es
así prefiere dar por concluido el asunto. Entre la trampa y el juego constante, intuye
que no vale la pena discutir más. Puede
que tengamos un destino pre-asignado, y puede que, por el contrario, nuestro
destino lo vayamos escribiendo sobre la marcha.
“Somos las decisiones que tomamos” dice por estos días un slogan publicitario. Exactamente.
Somos lo que hemos decidido ser.
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