El problema
con la tercera de mis Arlequinas de rollo de cocina –la Colombina- era su falta
de estabilidad. Después de nefastas caídas
que le rompieron las rodillas y el gorro no quedó más chance que pensar en una
estructura de sostén. En mi normal línea
de pensamiento la solución era un miriñaque, lo que significaba un carrusel (sí, de alguna manera, en mi cabeza miriñaque
y carrusel son entes sucedáneos, que se superponen y se mezclan entre sí). Y
por ese camino vamos avanzando:
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