miércoles, 7 de noviembre de 2018




     “La lástima hiere a quien la siente”, leí hace tantísimos años.  Y recuerdo que entonces no estuve de acuerdo.  Hoy ratifico la certeza de esas palabras.  Suelo ser la única que sale maltratada cuando me dejo ganar por la angustia de la lástima.  Hay que dejar que la cabeza tome el control, relegar el sentimentalismo y que la fría y tranquila razón marche a la vanguardia. Guardar prudente distancia.  Es lo más saludable.

     Me desquito un rato garabateando en mi último proyecto, sólo para recuperar la calma mental.





















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