viernes, 31 de julio de 2020








     Hora de cierre -cuya imagen encabeza este post- es una de mis primeras mixturas, con papel adherido a bastidor de madera, incorporación de telas y yeso (marco del espejo), aunque trabajado sólo en óleo. Mixtura de soporte pero no de técnica, era algo tímida por esos tiempos.  La obra, de la serie Fantasías de una Muñeca Inflable, era un primer acercamiento al ideario estético del cabaret. 

 

     Hora de Cierre no tuvo tiempo de circular, ya que se exhibió por primera vez en una individual en La Dama de Bollini, y un par de días después fue adquirida por alguien de quién nunca tuve mayor data.  La venta la coordinó el encargado del lugar tras una llamada a media noche contándome del interés de un parroquiano (La Dama de Bollini actuaba como espacio de arte, bar y pequeño restó por entonces, 1996) por la adquisición, a la que obviamente di mi inmediata aprobación.  Dónde está actualmente Hora de Cierre es algo que ignoro por completo.

 





     La estética del cabaret tuvo en aquella serie otras aproximaciones -Subconsciente de mujer aburrida y La Reina Artera- y de ahí hasta la serie Burlesque me desentendí de esa búsqueda estética.

 







 

 







     En estos tiempos de encierro -dónde jugar con cartón y papel es mi terapia de sostén ante la angustia y la incertidumbre- he regresado al tema y me he puesto a componer unas Chicas de Cabaret. 

     Como el punto más flojos de mis personajes de rollos de cartón y cartapesta es la cabeza, arranqué tratando de corregir errores y mejorar los resultados…

 











     Para estos primeros pasos sujeté las cabezas a rollos largos de cartón -que luego se reducirán a los convenientes cuellos- y éstos a distintos frasquitos de mi cocina donde encajaban, de manera de poder trabajar en ellos con altura manteniéndolos estables.  Eso llevó a que cada cabeza recibiera el nombre de su soporte circunstancial:  la que quedó en el frasco de esencia de vainilla pasó a llamarse Reina de Java…









 


…la de la sal gourmet fue Cúrcuma










…y la del frasquito de Torre Eiffel de sal del Himalaya traída de souvenir  pasó a ser Paris








 

      Los torsos se estructuraron simétricamente con maple de huevo, cartoncitos que son óptimos también para taco de zapato de Arlequín como he comprobado hace poco:


  






 

 

     Con algo de goma eva damos forma a un corcet, que después unificamos todo con algo de leve cartapesta (cuando ya pasamos a sostener cada inicio de figura en una botellita de cerveza)…








 

    Y tiritas enrolladas de servilletas de papel para ir componiendo los peinados, base de color para rostro y hombros y marcamos ojos y bocas:









    Encaje nude de una vieja remera para conformar los corpiños de las tres…




 

 

     Y empezamos a trabajar individualmente,  comenzando por Paris.  Ella estará sentada en una silla que armamos con unos viejos lápices escolares de pésima calidad (la mina era tan dura que era imposibles usarlos para otra cosa) y un pedacito de Telgopor…









 

…y ya sabiendo la altura del asiento pudimos estructurar con rollos las piernas y más maple de huevo para la cadera…




















       Estructurada la figura y la pose, comienza la diversión de los detalles...























jueves, 30 de julio de 2020










     Me llegan los protocolos para la apertura de las galerías de arte de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.  Con programación previa por solicitud de visita efectuada por mail, ingreso en forma individual, estar domiciliado en el radio de la Ciudad, presentar declaración jurada de inexistencia de síntomas y estar equipado de barbijo y demás implementos de seguridad.  No se podrá obtener ningún material grafico en la visita, ni catálogos, ni tarjetas ni folletería de ningún tipo, todo lo cual deberá obtenerse -de estar interesado en ello- exclusivamente por  vía virtual.  Mas allá que por estar domiciliada en la Provincia de Buenos Aires no califico para concurrir a ninguna muestra, el engorroso procedimiento me hace sospechar que el escaso público de estos eventos se volverá aun más escaso.  Y la imposibilidad de obsequiar al visitante de material gráfico para su posterior análisis obligándolo a buscarlo por su cuenta digitalmente me hace pensar que la difusión de la obra posterior a la visita será asunto próximo a la nada.

 

     Si, son tiempos excepcionales y preocuparse por las dificultades especificas de los artistas suena a poca cosa, pero es lo que hago y es de lo que soy, así que inevitablemente tengo que ocuparme de asunto para otros tan trivial.

 







     ¿Tiene sentido pensar en muestras físicas para lo que queda del año?  La reducción de público asistente derivado de los protocolos que se están trazando ¿justifica el alto costo que el artista debe afrontar para mover su obra?  Todos en el mercado hablan de repensar las formas de exhibición, pero las muestras virtuales se agotan en sus propias posibilidades cuando las plataformas de difusión son las redes, donde todos estamos desesperadamente mostrando (mal, amontonado, sin ningún atractivo para el espectador).  Y armar exhibiciones en otro tipo de plataformas tampoco nos asegura visibilidad si no se invierte en una campaña de publicidad sectorizada.  De cualquier manera, sigue siendo demasiado caro y muy poco productivo para el artista.  Ni físico ni virtual, las ideas brillan por su escasez.



 





        Alguien me sugiere la virtualidad física de la vidriera, donde nadie entre, donde no haya que concertar cita, donde se pueda observar estando el eventual espectador al resguardo de la calle, al aire libre, con o sin barbijo, portando síntomas de cualquier patología, libre de ver el tiempo que le plazca y en el momento que se le ocurra.

     Especulamos la posibilidad de lanzarnos a la captura de vidrieras abandonadas o en desuso proponiendo puestas temporales, temáticas o no, individuales o colectivas.  Sólo para ser vistas, sin mayor pretensión, pero en vez desde una pantalla desde el otro lado del vidrio.  Así de cerca, y sin protocolos.  La idea no me parece tan descabellada, al menos no más que las otras que andan circulando por ahí.  





















domingo, 26 de julio de 2020




              Cumpliendo a rajatabla con las leyes de Murphy, L´Ermitage llegó a destino una semana después de la inauguración de la que debía formar parte.  Tarde se ha sumado a la exhibición dejándome como certeza que ya no alcanza un mes para asegurar el traslado de una obra de este lado del mundo al otro.  Antes (AC) alcanzaban quince días en el servicio express (y carísimo) del correo oficial.  Hoy, DC -después del coronavirus- habrá que calcular un par de meses para aproximarse a que las obras lleguen a tiempo.  Casi casi como cuando iban en barco…  Pero afortunadamente llegó, no quedó en el limbo, y la obra sigue su propio destino.  Espero disfrute las tierras barcelonesas en las que finalmente se halla de paseo.