En un intento de prepararme para una serie
de muestras en el último trimestre de este año (queriendo creer que existirá
un “último trimestre” donde cierta “normalidad” volverá a imponerse) tomo
definitiva conciencia de que me quedé sin papel. El maravilloso papel artesanal batik de
colores que uso como soporte base para el papel blanco quemado en el que dibujo
SE ACABÓ. Tras un buen rato en
que me dejé vencer por el síndrome de abstinencia y la histeria recurrí a la lógica de
artista de país subdesarrollado:
reutilizar lo usado.
El
último pedazo que me queda tenía una obra a medio hacer totalmente
espantosa. Rompí y despegué lo que pude del
papel blanco mal trabajado consiguiendo un remanente muy maltratado y con restos del
diagrama de una carta, del Rey de Diamantes.
Si aun tuviera sentido común y sentido estético lo tiraría a la basura,
pero la cuarentena nos priva de tantas cosas…
Así que sobre ese soporte viejo y maltrecho adherí un dibujo trazado en
una hoja escolar de mala calidad, quemado, húmedo y tan precario como la
base. Pero es lo que hay y sobre eso
vamos a trabajar. Me doy aliento
arrancando con una Rosa de los Vientos que disimula restos indeseables y un
agujero que le hice involuntariamente al papel en mi intento de fallida
limpieza. Veremos.
Como
terapia lúdica, en los ratos intermedios sigo con mi maniquí de rollos y papel
de diario. Sin apuro ni destino cierto,
es mi pasatiempo favorito y sonrosado de estos días oscuros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario