martes, 13 de septiembre de 2022

 




        Postales de Finis Terra surgió a fines de 2019 como un proyecto autogestionado de enlace entre el arte emergente –carente de apoyo económico y/o patrocinio de entidades públicas o privadas- con los grandes centros y referentes culturales del mundo.


     Finis Terra, se sabe, es el territorio donde moran los artistas independientes, invisibles y marginales al sistema.  Finis Terra no tiene un emplazamiento geográfico sino espiritual: los dominios soberanos de los que nunca salen en las fotos.  Por eso recurrimos a enviar una postal para dar señales de vida.  Una esquelita en una botella lanzada al mar.

 








































       Pero la primera postal inició su recorrido a mediados de febrero, cuando ya la locura de la pandemia extendía sus tentáculos por Europa.  Jamás recibimos acuse de recibo, ignorando si llegaron a destino o, si habiendo arribado, pudieron ser vistas por persona alguna: viajaron cuando todos ya se encerraban en sus casas.  Un viaje a contramano, en un destiempo, un sin destino.   




























    Enviamos unas 17 postales a inicios del 2020, pero la peste se dedicó a hacer -otra vez- el mundo demasiado grande, las distancias insalvables, la comunicación dificultosa, el juego colectivo casi imposible. Esas primeras postales se perdieron en el limbo de un cruce de épocas: el mundo que fue y el que actualmente se sigue configurando vertiginosamente.


      De esas postales, las que eran fragmentarias de mis chicas de Burlesque recientemente vendidas, conservo una pieza de cada una. Postales de Finis Terra que han pasado a ser parte de mi colección personal, de mi bitácora más íntima.






























     ¿Qué conclusión sacamos de todo esto?  Qué no hay conclusión posible, que hay que barajar y dar de nuevo.  Nos cambiaron el tablero en mitad de la partida, habrá que aprender las reglas que nos rigen ahora, repensar la estrategia y empezar de cero otra vez.  Ventajas de artista autodidacta de país subdesarrollado: estamos acostumbradas al proceso de prueba-error, a intentan, a fallar, y a intentarlo otra vez.  Volvemos a empezar.  Nuevas postales, Postalitas, para tratar de asegurarnos que esta vez si lleguen a destino...














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