viernes, 8 de febrero de 2013




Supongo que el principal problema de la educación actual es que a los educandos les falta la humildad de reconocer que unos no saben y otros sí, paso previo para aceptar lecciones. No sé si es culpa de una mala comprensión de la pedagogía o incluso de la democracia, pero cunde la disparatada convicción de que todas las opiniones son igualmente válidas y que los ignorantes pueden enorgullecerse de su ignorancia con igual derecho que los sabios de su sabiduría.”

 Fernando Savater, Los Invitados de la Princesa, Grupo Editorial Planeta SAIC, Buenos Aires 2012, pág. 123.






     “Las posturas snob no nos van a llevar muy lejos” me dijo, y sonó como si hiciera la pausa para que yo me disculpara. Pero yo no entendí de qué me tenía que disculpar, salvo –quizá- de mi obstinación de perdurar en el cariño que le tengo en nombre de una amistad que no se si realmente existió alguna vez. Supongo que creyó que me había avergonzado y de ahí mi silencio. La realidad es que estaba contando mentalmente hasta diez para no insultarlo. 

    Entonces se explayó: que había “analizado” el contenido de mi blog y que era demasiado “intelectual”, que no servía para divulgar mi trabajo artístico; que tanta cita y transcripción literaria espantaba a la gente, máxime cuando no se entendía ni medio de que demonios se trataba lo transcripto. Que tenía que dejarme ya de fastidiar con Eco y los de su “especie”. “¿Semiótica?” - me dijo con tono burlón. “-¿Quién sabe en Buenos Aires que es la semiótica? Dejate de joder. Vos hacés dibujitos, tu público a lo sumo tiene que tener ojos para mirar, no pretendas que encima piensen y ¡que te entiendan!” 

     Ahí registré que lo “snob” era el contenido de mi blog. O lo era yo, por subir a mi blog lo que subía. Y recordé con un escalofrío de ira que siempre se ha referido a mi trabajo como “dibujitos”. Reanudé mi conteo mental mientras que a la par trataba de repetirme los por qué me someto a este tipo de situaciones. Una parte de mi cerebro citaba que un mínimo de sociabilización hay que tener, que con alguien hay que hablar aunque más no sea como ejercicio para las cuerdas vocales. Otra parte de mi cerebro –la parte cínica- me dijo que además de ser una persona estúpida, arrogante y odiosa, era una especie de amigo y además uno de los diseñadores gráficos más alucinantes del planeta y que pese a lo mucho que le gustaba fastidiarme siempre me daba una mano a la hora de aportar ideas y apoyarme con la gráfica de catálogos o publicidades varias. De hecho, y a tren de ser asquerosamente honesta, siempre me ha dicho que mi trabajo le gusta mucho aun a pesar de mi. Que mi gran problema soy yo y mi “lamentable” personalidad. Que hubiera podido llegar muy lejos si no hubiera sido tan… yo. 

     Y dispuesta como estoy a dedicar este año a reorganizar mi carrera y encontrarle la vuelta para volver a exponer en Baires, opté por buscar el “consejo” de alguien que no soporto pero cuya opinión respeto. Y así fue que me enteré de que mi único problema era ser “snob” y no el hecho de pintar desnudos y ser un poco arisca a la hora de los vernisagges. No discutí (ya no lo hago, ¿para qué?) ni di mayor trascendencia a su opinión. O.K.: hago dibujitos y soy snob. Ahora, ¿Cómo logro que me dejen colgar en Buenos Aires

     Y ahí corroboró la raíz de mi fe en su sabiduría a la hora de aconsejarme; me dijo con una simplicidad pasmosa: “Insistí.” Y en eso estoy. Reabrí mi vieja agenda (una especie del Who is Who de la movida artística porteña) y me dispuse a insistir. IN-SIS-TIR. Quiero colgar en algún lado La Santa Inquisición . ¿Será realmente cuestión sólo de insistir?








No hay comentarios:

Publicar un comentario