jueves, 5 de septiembre de 2013

    ¡Feliz cumpleaños, reina! Aunque nadie vaya más allá de la frase trivial y hecha, aunque no importe demasiado –realmente- tu felicidad ni hoy ni nunca. Estamos solos, ¿no? Ya sabíamos eso. No se puede esperar demasiado de nadie, es estúpido hacerlo. Más cuando uno sabe demasiado bien con que bueyes ara. Es así y no hay que darle vueltas. No se esperan peras del olmo, realmente no-se-es-pe-ran. Hacerlo sería esgrimir una especie de “fe” irracional, totalmente incompatible con nuestra escrupulosa certeza racional. No. Nada nos sorprende porque sabemos que nada hay que esperar. 

     Cada cual mira su ombligo, su propia importancia es la única que cuenta y los demás, entre los que estamos incluidos, somos seres secundarios cuya importancia solo cuenta en la medida que les damos protagonismo. Es así y ¿quién se atreve a discutirlo? Somos una especie de coro griego, atrás, a la sombra, se escucha pero no se vé y, ciertamente , ¡no hemos sido nunca los protagonistas de la tragedia! Ellos lo son, nosotros no. No sé por qué esta manía de pretender llamar la atención que no podemos superar… Al cabo de los años (¡tantos años!) todavía nos afecta (al menos por un rato) y acabamos, casi como un ritual, en mitad de un mar de lágrimas preguntándonos por qué no pudieron querernos un poco más… 


 (No subo imágenes. Esto es demasiado patético para que Farnellita se haga cargo. Este nivel de miseria es absolutamente personal.)

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