MISCELANEAS
I.- Sobre discusiones matutinas.
II.- Compensación literaria.
José Juan Bruera, Tres ideas sobre la soledad, Revista SUR Nro. 229, Julio y Agosto de 1954, Pág. 34
Punto I): Sí, reconozco que mi ánimo por estos días no es precisamente –por así decirlo- complaciente, y que mi natural pulsión a evadir las confrontaciones parece haberme abandonado.
Punto II): Pero no puede achacarse a mi “temperamento” el hecho de que cualquier idiota camporista diga estupideces y quede en evidencia cuando uno le cruza dos frases. A ver: si de algo uno debe hacerse cargo es de la propia ignorancia. Lee de vez en cuando algún libro, pichón. Página 12 no alcanza. Sino, cállate la boca y escuchá, que puede que aprendas algo.
Punto III): Sí, lo digo y lo sostengo: la cultura, lo que los iluminados de este gobierno entienden por tal, son manifestaciones instintivas no “adquiridas”. La necesidad de expresión del hombre es atávica, le viene en su propia naturaleza. La pintura rupestre es anterior a la escritura, y me atrevería a decir que anterior incluso a la palabra hablada. La música y el baile son expresiones tribales básicas. El canto tiene claras connotaciones rituales, de comunicación máxima con la divinidad inalcanzable. La “cultura” (como manifestación artística en cualquiera de sus ramas) no se le da a los pueblos, los pueblos la elaboran solos. Lo que DEBE dársele a los pueblos es EDUCACION, más y mejor. De calidad y apropiada a los avances tecnológicos y científicos de la época. No hay necesidad de darle música y bailes (¡murgas!), porque eso ya lo tienen, lo generan por derecho propio sin necesidad de “beneficencia” externa. Es una vergüenza que estos seudos progresistas de cartón pintado pretendan atribuírselo como logro gubernamental. Lo hacen fácil: quieren la gratitud por darnos lo que ya teníamos de antes. Caraduras. Solo espero que más pronto que tarde les alcance la MEMORIA de sus hechos y ocupen el lugar que les corresponde. La impunidad que gozan hoy es la sombra de un gobierno corrupto y transitorio. Porque los gobiernos pasan. Y quedamos los testigos de su vergonzosa conducta. En algo les doy la razón: NO HAY QUE PERMITIR EL OLVIDO. Hay que ser responsable de lo que uno hace y de lo que uno dice y del precio que se ha aceptado ponerle a la propia dignidad.
Y como si los dioses quisieran desagraviarme (¡justo a mi, que les niego la existencia!), revolviendo en los anaqueles de una librería de usados de calle Corrientes me encuentro con un ejemplar de la Revista Sur del año 1954. ¡Cómo no va ese hallazgo a cambiarme el humor! Leyéndolo por arriba en el colectivo, volviendo a casa, leo:
“Escribe Ezequiel Martínez Estrada en Muerte y Transfiguración de Martin Fierro (T I pág. 38): ´Cualquier excelencia despierta la hostilidad que desde el centro de los seres más queridos se propaga hacia la periferia. Todo grande hombre está solo y el movimiento de sístole que protege al incapaz, expulsa en vigorosa diástole al bien dotado por Dios o por la naturaleza, particularmente al benefactor.´ Con esto queda planteado un oscuro y difícil problema de psicología de lo colectivo, concerniente a la relación individuo-sociedad. Sin el menor deseo de formular paradojas, puede decirse que no todo hombre por el hecho de ser solitario es grande; pero sí, en cambio, puede afirmarse que todo gran hombre es, de preferencia, un solitario. Y es igualmente exacto que la grandeza (cualquier “excelencia”, como dice Martínez Estrada) despierta la hostilidad. (…) …Repárese que vive más en comunidad el sabio, el filósofo, el pedagogo, el artista, que encerrado entre cuatro paredes busca y encuentra los medios para hacer menos imperfecta y dolorosa la condición humana, que la inconmensurable multitud de personas que se juntan jueves o domingos para reunir sus individualidades en un todo ficticio, que es más inútil, estéril y seco que las arenas del desierto.”
José Juan Bruera, Tres ideas sobre la soledad, Revista SUR Nro. 229, Julio y Agosto de 1954, Pág. 34
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