Harto ya de estar
harto, ya me cansé
de preguntar al mundo porqué y porqué…
de preguntar al mundo porqué y porqué…
Joan
Manuel Serrat, Vagabundear
¿Y
si enojarnos es seguirles el juego? Si
permitimos que su conducta (indigna,
reprochable, abiertamente desvergonzada e impune) nos desquicie y la furia
nos paralice (o nos colapse), ¿no
estaremos comportándonos pre-ci-sa-men-te
como esperan que hagamos? Parece que no
puede empeorar y ahí va, y empeora. Harta
ya de estar harta… Cuando al
mismo estímulo reaccionamos de igual manera siempre obtenemos el mismo
resultado. Por eso me pregunto, ¿tiene
sentido enojarse? Tal vez la ira –para ser
eficaz- requiere ser creativa. Devolver
la jugada por donde no se lo esperan. Me
niego a ser el perro pavloviano. Perdón por el desacato, soy
artista; me aburro con facilidad y tiendo irreversiblemente a la
dispersión.
Harta ya de estar harta
me acuerdo del maestro Eco y de El
nombre de la rosa y del mayor de los peligros que amenaza a la santa
iglesia: la risa. El humor, la sátira,
el apegarnos a la cruda realidad y contarla tal cual es. La honestidad del artista. El que no nos vendan su versión y proclamar,
irreverentes, lo que vemos desde fuera de su burbuja. ¿Cómo ciudadana común soy víctima del
descaro, el abuso y la eterna corrupción de los políticos que gracias a sus
entretejes nunca se salen del poder? De
acuerdo, no tengo entidad para modificar el sistema. No existo. Pero
como artista puedo registrar el patético espectáculo al que me someten diariamente. Por mi salud mental no puedo seguir
enojándome; es hora de empezar a reírse de
esta manga de reverendos mal paridos.
Podrán robarse mis impuestos, maltratarme con sus abusos seudo-legales,
obligarme a vivir encerrada por temor a la delincuencia que amparan para
guardarse las espaldas. Pero no pueden
impedirme que los mire, los vea, y los retrate.
Los artistas nunca han dejado de ser los cronistas visuales de su
tiempo. Una especie de memoria.
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