domingo, 17 de abril de 2016

 Bajo la lluvia van la gente y las historias,
los momentos van, buscando los motivos,
la casualidad en medio de la lluvia va,
ella camina en los espejos harta de volar,
yo sigo aquí entre sábanas y música ¿dónde estarás?

Que llueve, reflejos que se ahogan duele,
qué quieres se me antoja verte, y duele.

Bajo la lluvia va la gente buena y mala,
todos por igual, el pobre, el rico,
la estresada y lo vulgar, y en medio de la lluvia van,
comienzos y finales, gota a gota harán de luchas y de treguas,
vidas únicas ¿dónde estarás?

Que llueve, tu pelo se te moja y duele,
no importa tanto pero hoy llueve... llueve. 


Alejandro Sanz,  Hoy llueve, hoy duele







     Y sigue lloviendo.  No se puede nada, pero yo soy terca, y no tengo otro tiempo que el tiempo relativamente “libre” de los fines de semana.  Así que el clima se empecina en la humedad y yo me empecino en seguir siendo yo y mi circunstancia (entendiendo “circunstancia” por mi pasión actual por la cartapesta de servilletas de cocina).

     A mí me resulta todo muy lógico.  Pinterest me enloqueció con un jolgorio de imágenes de caballitos de carrusel (¿cómo resistirme?), pero también de maniquíes intervenidos.  Así que mientras entraba en un frenesí encaprichado por conseguir un caballito creíble con rollos de cocina y servilletas de papel, de reojo miraba una botella de limpiador de pisos que podría resultar el sostén central de un maniquí estilo art-decó.  Dibujé con lapiceras de gel  esa bonita imagen de inspiración (absurda).




    En las pausas obligadas en la espera de que Caballito seque una capa para avanzar con la otra, despunté el vicio con una botella de plástico de Harpic, dos botellitas de un tratamiento para cabello teñido y una pequeñita de shampú de hotel con su linda tapita redonda.  Las apilé pegotéandole papel en un obstinado (e infantil) empeño por vencer la ley de la gravedad.  Obviamente, ni las diversas botellitas se sostenían, ni la cola diluida secaba, ni el papel servía de soporte.  Tras muchos derrumbes y una irritante frustración logré esta mañana que el esperpento quedara en pie:







     Se necesita, claro, mucha imaginación y muchísimo trabajo irracional y fundamentalista para aproximarse a la meta.  Y que el clima seque.  ¡Basta de llover!




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