domingo, 5 de mayo de 2013




MISCELÁNEAS DE ANIVERSARIO 

Y me iré, iré, iré, iré/ 
Perdóname, pero es que tengo prisa,/ 
Que he quedado con mi alma/ 
Para pensar en ti.” 

 Alejandro Sanz Me iré del álbum El Alma al aire


     Hace un año (en mayo del 12) empecé este blog. ¿Para qué? Para aggiornar mi tradicional diario a la era globalizadora de la web. Para interactuar, tal vez, con alguien más. Para hacer espacio en mi taller dejando de guardar los cuadernos escolares dónde, hasta hace un año, registraba mi devenir como persona y como artista. Pero no es del todo cierto. No fue sólo por eso. En cierta medida, contradiciendo mi natural introspección y mi pública timidez, era también para mostrar mi realidad a alguien más, a un alguien desconocido y anónimo, que se ejecutara como referente y decodificador. Un “otro” que, desde fuera, me viera y me redefiniera. Un yo no existe sin ely sin el él. Uno es cuando se recorta y diferencia. Hace falta un interlocutor para una conversación. El creador sin el espectador no existe. 

     Al cabo de un año puedo colegir que esa búsqueda que emprendí del “otro” fracasó. En doce meses y más de 140 entradas, sólo obtuve una contrapartida, un único, solitario, comentario. De un sex-shop. Una carcajada me llega y una de mis voces clama contundente “¡Eso te lo dice todo! Eso es lo que provoca tu trabajo.” Un sex-shop…



 


      Haciendo un análisis -que a mi, que lo analizo todo, todo el tiempo, del derecho y del revés, es algo tan inevitable como respirar- la inexistencia de respuesta por parte de los eventuales visitantes de este blog (que según el área de estadísticas de blogger han sido varios, lo que el contador externo que agregué a la página confirma) sólo puede interpretarse como que las imágenes de mis obras y las elucubraciones que me va decantando la vida son absolutamente intrascendentes. No provocan la reacción y el comentario –a favor o en contra- de nadie. Es asumir la total intrascendencia de nuestra participación en la web. Estar o no estar da lo mismo. Pese a la vocación por el arte y a la búsqueda constante de significancia y de estética, nuestro esfuerzo ha sido aplicado mal. No logramos llegar a ningún lado, no encontramos a ese “otro” con quien compartir la experiencia y darle un sentido final. Ha sido un año de vanos intentos frustrados.



 


 Y me revelo. Lo cual, también, es natural en mí. Al cabo, ¿a quién le importa? Nadie en el pasado ha leído mis diario (¡a dios gracias!) y esta versión siglo XXI no tiene por qué correr distinta suerte. Mi destino estaba escrito desde antes, esto es lo que hago y en consecuencia esto es lo que soy. Nunca dejé de pintar pese a que hubo mucho tiempo durante el cual no pude colgar mi trabajo en ningún lado. No dejaré de escribir aunque nadie lea, y no dejaré de ser yo aunque nadie entienda (ni intente entender) qué soy. Haya paz. Es lo que hay y es lo que somos.

Disqué el movicón amado/ 
De mi gatita de angora,/ 
“no moleste a la señora”,/ 
Contestó el contestador./ 
Y aprendí que estar quebrado/ 
No es el infierno del Dante,/ 
Ni un currículo brillante/ 
La lámpara de Aladino,/ 
Cuando me hablan del destino/ 
Cambio de conversación./ 
(…)Bajo el sol que me apuñala/ 
Vivo sin patria ni dueño,/ 
Como el aire lo regalan/ 
Y el alma nunca la empeño/ 
Con las sobras de mis sueños/ 
Me sobra para comer.” 

Joaquín Sabina Cuando me hablan del destino del álbum Dímelo en la calle



 



      Viéndolo desde otro lugar (siempre hay 360 grados por los cuales ir haciendo postas), ha sido divertido encontrar una excusa para revolver mis libros, compilar fragmentos, recortar fotografías, racontar obras inconclusas. Recordar que uno lleva un diario para pasar en limpio las ideas y las sensaciones. Para sacarse a uno mismo en limpio. Al fin y al cabo hemos reseñado los últimos doce meses por puro ejercicio del placer de tener conciencia de qué, pese a todo, seguimos haciendo algo para cumplir con los sueños de nuestra lejana adolescencia. Tenía 14 cuando decidí que sería “artista”. Quién sabe como habrá el tiempo de definirme, pero yo recupero cada día la convicción de que, salga lo que salga de esta obstinación, lo sigo intentando.







 

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