miércoles, 15 de mayo de 2013




      Siempre he sostenido que uno no puede hacerse cargo de las fantasías ajenas. A duras penas podemos sobrevivir las propias. Pero, por ese espíritu contradictorio que me condena, acabo enredada en auténticos ovillos donde fantasías propias y ajenas se entretejen con una absoluta carencia de lógica que a mí, por algún misterio insondable, terminan resultándome razonables. Así, mientras repito con monotonía que lo único que quiero es montar finalmente mi galería y dedicarme en exclusiva a desarrollar mi visión del arte, permito que me arrastren a historias paralelas (a mi ya de por sí vida paralela) que nada tienen que ver conmigo pero que, gracias a una exótica variable interpretativa, considero como un camino idóneo para que El Gato de Cheshire se corporice de una buena vez en cierta esquina triangular que cruzo cada vez que salgo de mi casa. 

     Y entonces yo dejo de ser yo y soy ella y paso a ser otra ( mi “socia”) y en mitad de una conversación –muy seria dentro de su intrínseca inverosimilitud- todo se vuelve tan real como es real todo en mi vida. Y suena coherente a quien no escucha con atención, y voy avanzando en un impecable discurso dialéctico que no deja de ser un auténtico disparate aunque no lo parezca. Y después, cuando salgo de ese influjo nefasto de pura mitología contemporánea, adopto la firme convicción de poner un punto final a tanto desquicio y vivir escrupulosamente en la realidad única de una única persona con una única existencia.
-¿Y perder la oportunidad?- dice, sibilina, una de mis voces. ¿Qué oportunidad? No hay ninguna oportunidad. Pero, tal vez la haya. Tal vez no hoy pero puede que mañana. O nunca. O no es una oportunidad sino la “ocasión”, el detalle, la puerta entreabierta. O nada de eso. ¿El destino? Las cosas son por alguna razón aunque uno no sepa descubrirla. O no. Nada significa nada y todo es un azar por demás azaroso. O no. El azar es el humor negro de dios. Mi otra voz, más cínica pero más práctica, susurra: 
-Diversificación. En épocas de crisis hay que ampliar la cartera de inversión. Un poco acá, un poco allá. Ningún pleno en la ruleta, pero al cubrir toda la mesa salvamos la postura. La vida como si fuera pura timba. ¿Es acaso otra cosa? Me agota el encontrar un sentido ético al discurrir cotidiano. Al fin y al cabo yo sólo quiero ser yo y pintar; pero no es tan fácil, ¡no me dejan! Hay que sociabilizar, ser responsable, sustentarse económicamente y acatar todas las reglas. Demasiadas variables y demasiado engorro. 

      El exceso de imaginación me juega en contra. Se me niega la simplicidad y yo termino siendo ¡tanta gente!






 

No hay comentarios:

Publicar un comentario