miércoles, 1 de mayo de 2013




      Sin entrar en detalles acerca del modo en que pudimos evadir el cepo (lo que viene a ser, ni más ni menos, que aplicar esa antigualla de “la imaginación al poder” o dale al poder con la imaginación que ellos la tienen sólo enfocada en joder al prójimo y robárselo todo antes de que los pesquen) logramos hacer llegar a España los aranceles de reserva de fecha, y así ya me han confirmado la participación en la muestra “Arte para 4” Nro. 15 a celebrarse del 27 de febrero al 18 de marzo de 2014 en la Sala Aires, en coordinación con el Centro Internacional de Arte y Literatura Equipo Córdoba (CIALEC), ambos organismos vinculados a la Asociación Cultural Aires de Córdoba, donde años ha galardonaran con un accésit a Prólogo II.




 



     Ya confirmada la fecha, aunque más lejana que la hablada en principio (que creí para el próximo noviembre), la distancia en el tiempo me permite planear algo específico para el evento y no un amontonamiento de trabajos disponibles. También me permite la búsqueda de un método de montaje que no requiera necesariamente enmarcado, achicando costos y, a qué negarlo, dificultades. Y, además, me permito la “fe” de que algo cambie por estos lados del Atlántico y hacia fin de año toda la locura que estamos soportando hoy empiece a caer en el olvido y vuelva a ser posible y fácil el que una artista de medio pelo y medio emergente, inofensiva e intrascendente como yo, pueda enviar obras para ser exhibidas allende los mares. La esperanza estaba al fondo de la Caja de Pandora, ¿no? Aunque, si en esa dichosa caja estaban todos los males que asolan la tierra, ¿la esperanza es algo bueno? Me disgrego.




 


      Retomo un viejo proyecto, híbrido entre mis Plagiarias y las Cartográficas, de una serie de odaliscas clásicas atravesadas por fragmentos de cartas medievales y renacentista del Camino de la Seda. Unas cinco o seis obras, pequeñas, fáciles de trasladar y de montar en soportes de acrílico o acetato para su exhibición; livianas para poder enviarlas por correo, luminosas y sensuales, que creen al mostrarlas en conjunto un ambiente propio, independiente de las otras obras de su entorno. Un grupo de trabajos relajados, luminosos y placenteros, que puedan ellas solitas hacer su propio espacio y alcancen a trasmitir mi teoría del arte: el placer y la belleza, la curiosidad intelectual, un poco de historia, la sospecha de que –tal vez- hay alguna idea por ahí, y muchas, muchas ganas de disfrutar el privilegio de poder hurgar en el bagaje de la cultura universal. 


     Me parece absurdo que una persona se niegue a todo el placer de la literatura acumulada en treinta siglos, diría Jorge Luis Borges (La Nación, 13-2-1977). Yo lo parafraseo en por qué negarse al placer de las artes plásticas y cartográficas de quienes han sabido magistralmente ejercerlas, recreándolas desde la visión, puede que irrespetuosa, de una artista del “fin del mundo” en palabras de mi compatriota el papa Francisco (me vuelvo a disgregar, ¿a este “fin del mundo” refiere la falsa profecía del falso Malaquías? ¿Habrá que empezar a creer?).



 





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