martes, 25 de junio de 2013




"Sobre la decadencia en el arte de mentir -(Ensayo oído y presentado en una reunión del Círculo de la Historia y Antigüedades, de Hartford)- No pretendo sostener a priori que el hábito de mentir sufra cierta decadencia o interrupción. No, la Mentira es eterna como la Virtud. La Mentira, considerada como un recreo, un consuelo, un refugio en la adversidad, la cuarta gracia, la décima musa, el mejor y el más seguro de los amigos del hombre, es inmortal y no puede desaparecer de la tierra mientras este Círculo exista. Lo que voy a poner de relieve es la decadencia en el arte de mentir. Ningún hombre de clara inteligencia y de sentimientos elevados puede contemplar las mentiras pesadas y feas de nuestros días, sin entristecerse, al ver un arte tan noble tan prostituido. (…) No hay ninguna verdad más comprobada que ésta: Hay circunstancias en que la mentira es necesaria. De aquí se infiere lógicamente que en esas circunstancias la mentira es una virtud. Todas las virtudes han menester cuidado progresivo y diligente para alcanzar la perfección necesaria. Y no hay que añadir, que el arte de perfeccionar la virtud se nos debe enseñar de continuo en las escuelas públicas, en el hogar paterno y hasta en los periódicos. ¿Qué papel puede representar un embustero ignorante, al lado de un embustero instruido y experimentado? (…) Un hombre regularmente verídico, es sencillamente una criatura insoportable.” 

Mark Twain Cuentos Humorísticos, Editorial Tor, Buenos Aires 1942, pág. 83/85






     La mentira virtuosa. La cuarta gracia, la décima musa”. La mentira como arte. Si todos nos mienten, la mentira es evidentemente parte estructural de una convivencia civilizada. Lo más difícil es saber, al cabo, cual es la verdad. La civilización nos atrofió la capacidad de diferenciarla. Cuando alguien como el “amigo” Coscia sale a decir que Fito Páez les hizo “un recontra precio” por cobrarle al gobierno más de dos millones de pesos por un par de recitales; cuando es este mismo Fito Páez el que argumentó que más de la mitad de la ciudadanía porteña le daba asco porque no votaba a los K; cuando uno recuerda de sus épocas de derecho político en la Facultad que gobernar significa aplicar la cosa pública (léase: los impuestos) a las necesidades más urgentes de la ciudadanía la pregunta de ¿cuándo un recital –de quién sea- se volvió más prioritario que evitar que los trenes choquen y que la gente se ahogue dentro de sus autos cuando llueve? se volvió una pregunta estúpida. Ya no es cierto nada y, siendo todo mentira, esta falsa verdad ilusoria es la única realidad. ¿Y entonces? ¿De qué verdad se puede hablar? ¿Qué mentira es menos virtuosa que otra? Son mentiras las declaraciones de impuestos de los políticos y la edad de nuestras divas de televisión. Son mentiras las caras de cualquiera que salga en una revista (¡bendito photoshop! Alcanzamos la perfección de la especie). Son mentira las ideologías y las lealtades que se supone que éstas acarrean. Son mentira tanto las promesas de amor como las promesas de pago, los reconocimientos de mérito y las deudas de honor. Son mentiras todas y cada una de las palabras vacías de los integrantes de Carta Abierta. Son mentiras las proezas del “Relato” y las memorias del pasado que hoy pretenden que “recordemos” como mantra fundacional y de eterno sustento. Son mentira el paraíso y el infierno. Hasta las mentiras son falsas. No nos queda nada.






En búsqueda de la realidad/ 
En un mundo que gira y gira/ 
Hay más de una verdad/ 
Y todas son mentira./ 
Son mentiras…/ 
Las islas del Tesoro/ 
Son mentiras…/ 
Los becerros de oro/ 
Son mentiras…/ 
La virtud y el decoro/ 
Son mentiras…/ 
Los tribunos del foro/ 
Son mentiras…/ 
Las quimeras que añoro/ 
Son mentiras…/ 
Las pancitas del coro/ 
Son mentiras…” 

Serrat-Sabina “Ocupen su localidad - Hoy puede ser un gran díadel Álbum Serrat & Sabina en el Luna Park





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