Génesis cirquera.
La obra (las obras, porque son dos que sin ser un
díptico son definitivamente un combo indisoluble) surgió de la insistencia
ajena.
Hace un
par de meses me llegó la convocatoria a un lujoso evento esteño que sucederá el
próximo enero. El costo de participación
es elevado y máxime si se tiene en cuenta los obligados gastos extras (traslado
al Uruguay, hospedaje en Punta del Este en plena temporada),
pero se conjugan demasiados factores por los que profeso pública debilidad: el
lugar, la época del año, la parafernalia publicitaria del evento, digna de
observación para una antropóloga aficionada como yo... Juega en contra de la decisión de
participar (además de los números) el
engorro de los trámites para autorizar la salida del país de las obras y las dificultades físicas de su
traslado. Y siendo que probablemente en
enero del 18 esté en otro lado, en mi cabeza se ha ido formado la certeza de
que pese a sus atractivos no voy a participar de la Luxury Expo Punta del Este.
Sin
embargo, un amigo que suele auto-titularse mi “asesor estratégico” viene
insistiendo en que no puedo perder la oportunidad de integrarme a ese evento,
aun en el caso de que yo no vaya personalmente.
Que la presencia en actividades dirigidas a ese sector del mercado (de lujo)
asegura el posicionamiento de la marca en un nicho selecto de consumidores
específicos. Y bla,bla,bla... Obviamente no me hace caso cuando le digo que
no hay ninguna “marca” y que el “luxury” no implica necesariamente nivel
adquisitivo ni cultural sino apenas las tendencias aspiracionales rioplatenses. Pero cuando arranca con el speech de publicitario profesional ni él
escucha objeciones ni yo le presto atención.
Pero es
insistente, y me ha estado taladrando la paciencia con que prepare un par de
obras, estilo “cachivache”, de esas
que son “tan vos”. Se refiere a algo con máscaras, pero
recalcándome al mismo tiempo que sean “planas”,
para facilitar su traslado. Yo no
trabajo por encargo, menos por mandato de entrometidos. Pero trato de vez en
cuando de dejar puertas entreabiertas y es un hecho que cualquier excusa para
cruzar el charco siempre es bienvenida y, bueno, ¿por qué no tener algo
preparado si hay un cambio de planes y
finalmente me voy este verano (de
nuevo) para Uruguay?
Siguiendo
la temática de la serie Burlesque,
trabajando con retratos pero que de alguna manera rememoran mi masquererío. Y que libremente tiendan a ese cachivacherío tan
mío.
Y acá
estoy, con mis dos chicas cirqueras haciendo muecas, jugando con papeles de
base y abusando de texturas y dorados.
Es tan divertido hacerlas que poco importa si viajan o no, si participan
del evento o si se postergan a exhibirse alguna vez en el conjunto de Burlesque. Iba a terminarlas este fin de semana, pero me
reservo un tiempo más para dedicarme a intensificar los rostros. Cuando el hacer
es tan placentero sólo queda demorarnos en este grato ahora.
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