“No es
para nosotros” me decían,
severamente y muy seguido, en la
infancia. No teníamos acceso, ni
siquiera a la aspiración de acceder. No
había ni que pensarlo, vedar toda fantasía.
Ni en los sueños podía ser para nosotros.
Con
buena voluntad uno interpreta que querían evitarnos la frustración, acostumbrarnos
a no pretender más allá de lo mínimo que podíamos tener asegurado. No hay que correr riesgos, no hay que
pretender nada. Conformarse con lo que
ya nos está asignado, no intentar salir de la casta, esto es lo que nos tocó y
hay que aguantar sin mirar para los costados.
Cualquier otra cosa de por afuera de los límites no es para nosotros.
Pasa el tiempo, uno crece y educación
mediante (¡afortunadamente!) se sale del adoctrinamiento infantil y se
entiende que en realidad se puede intentar subir algún que otro escalón de la
escalera a fuerza de tesón y méritos.
Pero algo queda, siempre queda, y se filtra a traición en nuestras dudas
y en nuestros miedos más íntimos.
Acceder
al mercado, grande y real, del arte no es para mí. Estoy demasiado afuera; no tengo los contactos
necesarios; mi temperamento me impide la sociabilización interesada con
cualquiera que pueda tender un puente; no tengo suficiente dinero para
comprarme un pase VIP; y, por sobre todo, probablemente no tenga suficiente
talento. Pertenecer tiene sus privilegios dice
el slogan que desde hace tiempo funciona bien para el consumidor aspiracional. Yo nunca pertenecí a ningún lado, y el arte
es un gueto demasiado exclusivo.
Entonces me pregunto, ante la democratizante, irreverente e invasiva
internet, ¿sigue siendo así? ¿Sigue
siendo todo tan inaccesible para personas como yo, que desde siempre hemos
estado afuera sin esperanza de ingreso? ¿Puedo llegar a contactar a los popes del
mercado sin intermediarios, sin galeristas top ni coleccionistas de renombres,
y sobre todo, sin pagarle comisión a nadie?
¿Puedo dejar de creer que no hay manera de que alguien como yo pueda
jugar en ligas mayores, de igual a igual con los que desde el principio
entraron al juego con ventajas?
La respuesta
obvia es NO. No es para nosotros. Pero la pregunta me queda rondando en
la cabeza. El mundo y sus reglas han
cambiado, los límites estás descolocados, la web es una herramienta certera
para franquear puertas cerradas. Y me sigo preguntando…
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