“Cuando niño, bajo la luz titilante de la
vela, leía libros de arte y pensaba que el mundo del arte estaba poblado por
bohemios paupérrimos en buhardillas parisinas, cínicos situacionistas errantes,
ácratas dadaístas, surrealistas revolucionarios o imaginativos fluxus
dispuestos a romper nuestros cráneos, esas cosas, qué sé yo. El arte, decía en
aquellos libros, era radical, antisistema, siempre dispuesto a epatar al
burgués e incluso a superarse a sí mismo. Luego tenemos ARCO.
El mundo del arte me sigue resultando
inaprensible y platónico, sin embargo, años después, ya crecidito, descubrí que
el mercado del arte es otra cosa y en vez de por asilvestrados creadores estaba
poblado por señoras y señores burgueses con galerías, dineros y gafas de
colores, siempre encantados de ser epatados por los arriesgados artistas:
transgrédame usted aquí, por favor. ¿Cómo transgredir cuando te ruegan que
transgredas?
En todos los mercados importan más los que
compran y venden que los que producen, el mercado del arte no es una excepción:
los protagonistas, aunque no sean los más visibles, son los galeristas y los
coleccionistas; los artistas, que son los que producen, son necesarios pero
ojalá no lo fueran. Si el mercado del arte fuera un circo, los artistas serían
los feroces leones que pasan a través del aro de fuego para alborozo del
público. (…)”
Sergio
C. Fanjul, Artistas que pasan por el arco y otros que trabajan gratis
https://elasombrario.com/artistas-pasan-arco-gratis/
En los mercados importan más los que compran
y venden que los que producen… Son las
reglas, siempre ha sido así. Pero
supongo que la única transgresión viable que queda es romper, precisamente, con
esa regla. Que los artistas ocupemos el
lugar de galeristas y coleccionistas (¡ja! ¿cómo?, imposible por imposible, imposible al cuadrado), marquemos la cancha y empecemos
a cambiar el juego. Sé que es poco
probable, pero siempre nos queda la última utopía (e internet).
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