viernes, 9 de febrero de 2018




































     Si la pasión define la vocación, ¿puede la obsesión ser un sucedáneo tramposo para sostenernos en el arte? Supongo que sí, ya que a simple vista pasión y obsesión lucen demasiado parecidas.  Pero una es auténtica y la otra el resultado  de una falla en nuestra psiquis, y tal vez ahí radica la diferencia entre un verdadero artista de quién no lo es.

     Desde afuera, el otro, es probable que no pueda diferenciarlas  y deba ser la obra, en su decante a través del tiempo, quien defina finalmente la verdad.  Pero uno, que sí se conoce, en la soledad de su alma, sabe de qué se trata la cosa.  Y cuando nos reconocemos los síntomas de una obsesión asumimos nuestra identidad de mero impostor. 














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