Si la pasión define la vocación, ¿puede la
obsesión ser un sucedáneo tramposo para sostenernos en el arte? Supongo que sí,
ya que a simple vista pasión y obsesión lucen demasiado parecidas. Pero una es auténtica y la otra el resultado de una falla en nuestra psiquis, y tal vez ahí radica la diferencia
entre un verdadero artista de quién no lo es.
Desde
afuera, el otro, es probable que no pueda diferenciarlas y deba ser la obra, en su
decante a través del tiempo, quien defina finalmente la verdad. Pero uno, que sí se conoce, en la soledad de
su alma, sabe de qué se trata la cosa. Y
cuando nos reconocemos los síntomas de una obsesión asumimos nuestra identidad
de mero impostor.
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