viernes, 14 de diciembre de 2012

   

     Finalmente sacamos un par de obras a pasear. Tras tanto rechazo (obviamente, expresados con la sutileza propia de los curadores, galeristas o art-dealer del caso de “ya está cerrada la convocatoria”, “no es el perfil de la galería”, “momentáneamente no estamos trabajando con artistas nuevos”), pude incluir dos de mis chicas de Plagiaria en una exhibición. 

      Pero para no contradecir la tradición de que en su tierra nadie profetiza, no es en Buenos Aires donde me entreabrieron una puerta sino que será del otro lado del charco donde después de tanto tiempo vuelvo a mostrar mi trabajo. Será en el Hotel-Casino Conrad de Punta del Este, Uruguay, en el evento Arte Punta 2013 Feria Internacional de Arte Contemporáneo, del 10 al 14 de enero de 2013. Allá irán Versión libre y cartográfica de una Odalisca de Ingres







Y Versión libre y cartográfica de una Odalisca de Fortuny








Estas dos mixturas (grafito, lapiceras de gel, algo de óleo) están hechas sobre paspartout (cartón con relieve que se usa de contramarco para las obras en papel con vidrio). Eran dos pedazos de cartón que había quedado de cuando enmarque made in house dos chicas de la serie Fantasias de una Muñeca Inflable, mis Chicas Domésticas: Alimento Masculino







y Gratitud






     Durante más de tres o cuatro años esos cartones dieron vueltas por mi taller, propendiendo al cesto de basura, hasta que repentinamente lucieron ante mis ojos como soportes interesantes para jugar con mis mapas. El cartón fucsia me resultó uno de los desafíos más atractivo de los últimos años: durante casi seis meses trabajé con óleo blanco la base de la piel de la odalisca de Fortuny los días miércoles, y ya para el fin de semana la piel estaba de un rosa chillón impropio y ridículo. Los lunes, al salir hacia mi trabajo civil, me detenía casi religiosamente a observarla críticamente cinco minutos, me hacía cargo de su realidad, maldecía violentamente el fucsia rebelde que no se sometía a mi decisión de ser deliciosa piel pálida, y vuelta las tardes de los miércoles a abundar óleo blanco en mi paleta para matar ese pigmento impertinente y desafiante. 

      Al final, como se ve, gané yo. Es oficial: soy más terca que el fucsia


      Adoro esos dos cuadritos, que caprichosamente están enmarcados de un modo suntuoso y caro como resarcimiento poético a esos dos cartones que tendrían que haber ido a la basura. Más allá del valor artístico que desde afuera pueda dárseles, creo que nadie puede discutirme que montados en sus lindos marcos y con sus vidrios resplandecientes son dos obritas elegantes y coloridas que te obligan a mirarlas dos veces. 

   “¿Qué significan?” Puro y contundente placer. Mi total disfrute lúdico al hacerlas con la clara motivación de generar aunque sea un 1% de ese placer a quien se detenga unos segundos a verlas.









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