sábado, 8 de diciembre de 2012

MUSEO






“Ahora es preciso preguntarse ante todo: ¿qué clase de hombres eran esos que Mateo describe como “Magos” venidos de “Oriente”? El término “magos” (magoi) tiene una considerable gama de significados en las diversas fuentes, que se extiende desde una acepción muy positiva hasta un significado muy negativo. La primera de las cuatro acepciones principales designa como “magos” a los pertenecientes a la casta sacerdotal persa. En la cultura helenista eran considerados como “representantes de una religión auténtica”; pero se sostenía al mismo tiempo que sus ideas religiosas estaban “fuertemente influenciadas por el pensamiento filosófico”… (…) Los otros significados … designan a los dotados de saberes y poderes sobrenaturales, y también a los brujos. Y, finalmente, a los embaucadores y seductores. (…) La primera acepción vale evidentemente para los Magos en Mateo 2, al menos en el sentido amplio. Aunque no pertenecían exactamente a la clase sacerdotal persa, tenían sin embargo un conocimiento religioso y filosófico que se había desarrollado y aun persistía en aquellos ambientes. (…) La conjunción astral de los planetas Júpiter y Saturno en el signo zodiacal de Piscis, que tuvo lugar en los años 7-6 a.C. –considerado hoy como el verdadero período del nacimiento de Jesús- habría sido calculada por los astrónomos babilonios y les habría indicado la tierra de Judá y un recién nacido “rey de los judíos”. (…) …Ahora queremos dedicarnos a la pregunta sobre qué tipo de hombres eran aquellos que se pusieron en camino hacia el rey. Tal vez fueron astrónomos, pero no a todos los que eran capaces de calcular la conjunción de los planetas, y la veían, les vino la idea de un rey de Judá, que tenía importancia también para ellos. Para que la estrella pudiera convertirse en un mensaje, debía haber circulado un vaticinio como el del mensaje de Balaán. Sabemos por Tácito y Suetonio que en aquellos tiempos bullían en el ambiente expectativas según las cuales surgiría en Judá el dominador del mundo, una expectativa que Flavio Josefo interpreta como referida a Vespasiano, con el resultado de que éste pasó a gozar de su favor (cf. De bello Iud., III, pp. 399-408). (…) Los hombres de los que habla Mateo no eran únicamente astrónomos. Eran “sabios”; representaban el dinamismo inherente a las religiones de ir más allá de sí mismas; un dinamismo que es búsqueda de la verdad, la búsqueda del verdadero Dios, y por tanto filosofía en el sentido originario de la palabra. La sabiduría sanea y así también el mensaje de la “ciencia”: la racionalidad de este mensaje no se contentaba con el mero saber, sino que trataba de comprender la totalidad, llevando así a la razón hasta sus más elevadas posibilidades.” 

Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, “La infancia de Jesús”, tomado del anticipo publicado en La Nación, Sección Enfoques, pág. 5, del domingo 2 de diciembre de 2012.






“…Claro, si aquel pobre cura los hubiera enseñado así, como si vinieran de la nada, nadie le habría creído. Pero una reliquia, para ser verdadera, ¿debía remontarse realmente al santo o al acontecimiento del que formaba parte? -No, sin duda. Muchas reliquias que se conservan aquí en Constantinopla son de origen dudosísimo, pero el fiel que las besa siente emanar de ellas aromas sobrenaturales. Es la fe la que las hace verdaderas, no las reliquias las que hacen verdadera a la fe. -Precisamente. También yo pensé que una reliquia vale si encuentra su justa colocación en una historia verdadera. (…) Baudolino sabía que una buena reliquia podía cambiar el destino de una ciudad, hacer que se convirtiera en meta de peregrinación ininterrumpida, transformar una ermita en un santuario. (…) Por la noche, los Reyes fueron transportados a una cripta de la iglesia de San Jorge, extramuros. Reinaldo había querido verlos, y estalló en una serie de imprecaciones indignas de un arzobispo. -¿Con bragas? ¿Y con esa caperuza que parece la de un juglar? -Señor Reinaldo, así vestían evidentemente en la época los Sabios de Oriente; hace años estuve en Rávena y vi un mosaico donde los tres Magos estaban representados más o menos así en la túnica de la Emperatriz Teodora. -Precisamente, cosas que pueden convencer a los grecanos de Bizancio. Pero, ¿tú te imaginas que presento en Colonia a los Reyes Magos vestidos de malabaristas? Revistámoslos. -¿Y cómo?-preguntó el poeta. -¿Y cómo? Yo te he permitido comer y beber como un feudatario escribiendo dos o tres versos al año, ¿y tú no sabes cómo vestirme a los primeros en adorar al Niño Jesús, Señor Nuestro? Los vistes como la gente se imagina que iban vestidos, como obispos, como papas, como archimandritas, ¡qué se yo! (…) -Los Magos, ¡ah!- decía-. La tradición los menciona continuamente, y muchos Padres nos han hablado de ellos, pero los Evangelios callan… (…) ¿Quiénes eran?, ¿cómo se llamaban de verdad? Algunos dicen Hormidz, de Seleucia, rey de Persia, Jazdegard rey de Saba y Peroz rey de Seba; otros, Hor, Basander, Karundas. Pero según otros autores muy fidedignos, se llamaban Melkon, Gaspar y Balthasar, o Melco, Cáspare y Fadizarda. O aún, Magalath, Galgalath y Saacín. O quizá Appelius, Amerus y Damascus… -Appelius y Damascus son bellísimos, evocan tierras lejanas- decía Abdul mirando quién sabe a dónde. -¿Y por qué Karundas no?- replicaba Baudolino-. No debemos encontrar tres nombres que te gusten a ti, sino los tres nombres verdaderos. -Yo propendería a Bithisarea, Melichor y Gataspha, el primero rey de Gololia y Saba, el segundo rey de Nubia y Arabia, el tercero rey de Tharsis y de la ínsula Egriseula. ¿Se conocían entre sí antes de emprender el viaje? No, se encontraron en Jerusalem y, milagrosamente, se reconocieron. Pero otros dicen que se trataba de unos sabios que vivían en el Monte Vaus, el Victorialis, desde cuya cima escrutaban los signos del cielo, y al Monte Vaus regresaron después de la visita a Jesús, y más tarde se unieron al apóstol Tomás para evangelizar la Indias, salvo que no eran tres sino doce. -¿Doce Reyes Magos? ¿No es demasiado? -Lo dice también Juan Crisóstomo. Según otros se habrían llamado Zhrwndd, Hwrmzd, Awstsp, Arsk, Zrwnd, Aryhw, Arthsyst, Astnbwzn, Mhrwq, Ahsrs, Nsrdyh y Mrwdk. Como todo, hay que ser prudentes, porque Orígenes dice que eran tres como los hijos de Noé, y tres como las Indias de las que procedían. Los Reyes Magos también habrán sido doce, observó Baudolino, pero en Milán habían encontrado tres y en trono a tres debía construirse una historia aceptable. -Digamos que se llamaban Baltasar, Melchor y Gaspar, que me parecen nombres más fáciles de pronunciar que esos admirables estornudos que hace poco vuestro venerable maestro ha emitido. EL problema es cómo llegaron a Milán. -No me parce un problema- dijo el canónigo-, visto que llegaron. Yo estoy convencido de que su tumba fue hallada en el Monte Vaus por la Reina Elena, madre de Constantino. Una mujer que supo recobrar la Verdadera Cruz habrá sido capaz de encontrar a los verdaderos Magos. Y Elena llevó los cuerpos a Constantinopla, a Santa Sofía.” 

Umberto Eco, Baudolino, Editorial Sudamericana S.A., 2008 pág. 141/146






“Pero también pensaba en Dios. Y ése era otro asunto. Tan distinto, que ni en cien años hubiera podido explicárselo a su madre, o a su hermana, o al padre Lacaze. ¿Podría explicárselo a sí mismo? Intentó: ´Desde el mismo desierto, en la misma noche, siempre mis ojos cansados despiertan a la estrella de plata, siempre; pero los Reyes de la Vida no se conmueven, los tres Reyes Magos: la mente, el corazón y el alma. ¿Cuándo iremos más allá de las montañas y las costas, a saludar el nacimiento de la nueva fatiga, la nueva sabiduría, la huida de los tiranos, de los demonios, el fin de la superstición, a adorar –los primeros en hacerlo- la Navidad sobre la tierra?´” 

James Ramsey Ullman, El día en llamas Editorial de Ediciones Selectas SRL, Buenos Aires 1960, pag. 44








1 comentario:

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