domingo, 2 de diciembre de 2012

MUSEO






La creatividad es hoy una de las cualidades humanas más alabadas. Todo encuentra en ella su más acabada razón de ser. Ambicionamos ser “creativos”. Antes que nada pretendemos ser originales y así justificamos la cómoda ruptura con lo que nos precedió. Porque la creatividad parecería surgir espontánea, de la nada, sin esfuerzo alguno. Sin embargo, ese proceso, sobre el que mucho se ha opinado, resulta de una compleja cadena de combinaciones. (…) ´La creatividad es conectar lo disperso´, afirmaba Steve Jobs. ´Ocupen su cabeza con los hechos más diferentes provenientes de los campos más diversos –dijo en una oportunidad el escritor Ray Bradbury a un grupo de estudiantes-. Luego sólo deben estar alertas al momento en que un cierto número de ellos esté por chocar con otros´. Sostuvo que si las personas no están educadas, nada les importará. Deben almacenar algo en su interior para que las metáforas circulen por él y choquen entre sí, generando nuevas metáforas que desafíen el orden establecido. Crear supone, pues, la acumulación de “materias primas” para poder hacerlo. Aquí es donde entra la educación, ya que no hay creación en el vacío de conocimientos. En estos tiempos, cuando hasta parecería que educar es oponerse a la creatividad, se olvida que para poder lanzarse a la aventura de la creación original, es preciso construir un saber interior, una experiencia propios. (…) Es preciso nutrir nuestras mentes para que se produzca en ellas ese proceso milagroso de combinación de lo diverso que está en la base de la creación. Debemos aumentar de manera permanente nuestro capital de recursos acumulados… (…) La creatividad se construye sobre todo lo que recolectamos en el transcurso de nuestra experiencia vital. La originalidad reside en el modo en que logramos combinar esos fragmentos de conocimiento, habilidad y percepción para hacer surgir nuevas maneras de ver la realidad. Esa necesidad de vincular lo diverso justifica la importancia de estimular la curiosidad innata por lo que nos rodea por medio de la educación que, además, nos ayuda a incorporar los materiales imprescindibles para generar toda creación.” 

Guillermo Jaim Etcheverry “Creativo no se nace, se hace”, artículo publicado a página 18 de La Nación Revista del domingo 25 de Noviembre de 2012






Lo despertó una mano femenina, sacudiéndolo por el hombro. Algo asustado, Armando se quedó un par de minutos contemplando a esa mujer ya no tan joven, algo desgreñada, con un inquietante parecido a la imagen de la República, pero más flaca. -¿Quién…- atinó a balbucear Armando en tanto se incorporaba, arreglándose un poco el cabello revuelto-, quién sos? La mujer, cumplido el hecho de despertarlo, parecía haberse desentendido de él y hurgueteaba entre los discos diseminados sobre el Audinac. El suelto vestido blanco que le llegaba hasta los tobillos y la melena larga y rubia que le caía desordenada y desaliñada sobre los hombros, además del no muy resplandeciente pero sí notorio halo ambarino que la recubría, le daban un aspecto etéreo que hubiese sido completo a no ser por el cigarrillo que apretaba entre sus dedos largos, amarillentos de nicotina. -¿Quién sos?-repitió Armando, adivinando la respuesta. La mujer se sentó, cruzándose con soltura de piernas; miraba la cubierta de un long- play. -Tu musa- respondió, seca. -¿Y… cómo…? -Oíme- cortó la musa, tirando a un lado el disco. –Creo que las preguntas las tengo que hacer yo. Armando, dócil, volvió a sentarse. (…) -¿Cuándo tenés que presentar la obra? -Pasado mañana. -¿Y tenés algo escrito? -No. -No-admitió Armando. -Bueno, bueno…- la musa continuó su recorrido en torno a la mesa redonda observando los detalles del living, golpeando sobre la mesa con su encendedor-. Te puedo ayudar. (…)Puedo pasarte las cosas a máquina. Armando la miró con fijeza. -¿Cómo “a máquina”?- se inquietó. -Claro, vos me dictas y yo te voy pasando las cosas a máquina. Así hacés más rápido. (…) -Pero oíme…- vaciló Armando-. Yo lo que necesito es una idea básica, una armazón, una columna vertebral… un… -Y bueno…-lo miró la musa. -Y bueno, ¿qué? Decímela. Decime la idea… -Escuchame…- resopló la musa- … si yo la tuviera te la diría. Pero no la tengo. Por eso te digo que traigas las cosas, nos ponemos acá, y empezamos a trabajar. Armando la miró largamente. -¿O cómo te crees que salen estas cosas?- siguió ella-. Nos sentamos acá, empezamos a charlar de qué puede tratar la pieza, anotamos cosas, tiramos ideas… Armando se acercó y se sentó junto a ella. -Por eso te digo que traigas mucho café- explicó la musa-. Porque nos vamos a pasar toda la noche acá, mañana y hasta el momento en que entregues la obra no nos levantamos… -Pero…¡escuchame! – Armando se puso de pie nuevamente. -¿Qué clase de inspiración sos…? Qué… -Hay formas de trabajo…- sonrió por primera vez ella- y formas de trabajo. Hay musas distintas, es cierto. Si no te gusta, me voy. Armando volvió a mirarla, apretando los labios. -No. Que te vas a ir- dijo, y se sentó. (…) Armando fue hasta su pieza, sin embargo pudo escuchar que la musa decía a sus espaldas, como para sí: “A mí me dan cada trabajo.” Armando volvió con una pila de papel oficio, varios lápices de fibras, reglas y otro montón de cosas innecesarias. Las puso sobre la mesa y se quedó mirando por un instante a la musa. -¿Qué pasa…- preguntó-, -qué pasa si no se nos ocurre nada? -¿Si no se nos ocurre nada? Copiaremos algo- sonrió ella, y él no supo si estaba bromeando.”

 Roberto Fontanarrosa, Inspiración, de El Mundo ha vivido equivocado y otros cuentos, Grupo Editorial Planeta SAIC Buenos Aires 2012, pág. 60/64.






“(Serrat) -No hago otra cosa que pensar en ti./ Por halagarte y para que se sepa/ Tomé papel y lápiz y esparcí/ Las prendas de tu amor sobre la mesa. (Sabina) –Buscaba una canción y me perdí/ Entre un montón de palabras gastadas./ No hago otra cosa que pensar en ti…/ (Serrat) –Y no se le ocurre nada./ (Sabina) –Enciendo un cigarrillo y otro más./ Un día de estos he de plantearme/ Muy seriamente dejar de fumar/ Con esta tos que me entra al levantarme./ (Serrat) –Yo hace tiempo que no soy el que fui,/ He dejado las drogas y el tabaco./ Y las mujeres me han dejado a mí,/ Que dura es la salud y el celibato./ Pero hoy miré por la ventana y me fugué/ Con una nena que iba en bicicleta./ (Sabina) –Me distrajo un vecino que también/ No hacía más que rascarse la bragueta./ No hago otra cosa que pensar en ti/ Con mi virilidad entre las manos./ Pero las musas han pasado de mí,/ Se habrán ido con el Nano./ (Serrat) –Nunca es triste, Sabina, la verdad,/ No es por mí que las musas te abandonan,/ Sino por causa de tu escasa virilidad/ Que unas huyen y otras se descojonan./ (Sabina) –No hago otra cosa que pensar en ti/ Y nada burla más que tus canciones/ (Serrat) –Pero hoy las musas han pasado de ti/ (Sabina) –Pero hoy las musas han pasado de ti/ (Serrat-Sabina) –Andarán de vacaciones.” 

 Serrat&Sabina No hago otra cosa que pensar en ti, del Álbum Dos pájaros de un tiro








No hay comentarios:

Publicar un comentario