sábado, 16 de marzo de 2013





 BIBLIÓFILAS.   Ahora que mi rodilla me deja deambular un poco por Capital (no todo lo que quisiera pero definitivamente más que los últimos tres meses), me he reencontrado con mi ritual de salir a cazar libros. Y este último viernes he dado con una presa asechada desde hace meses (La Gesta del Marrano de Marcos Aguinis, ¡por fin!) y un librito de Jean Markale que me ha resultado ser un hallazgo fabuloso. Los Rebeldes de Dios analiza con una solvencia contundente pero deliciosa los diversos mitos judeo-cristianos (el diluvio, Babel, Caín, Sodoma, los ángeles caídos, entre otros) comparándolos con sus paralelos en las culturas nórdicas, celtas, greco-romanas, germanas y algunas otras. 

      Hacía años que no revivía ese análisis revelador que demuestra la sorprendente similitud simbólica entre Cristo y Heracles. MA-RA-VI-LLO-SO. Pero además en ese libro se trata el mito de Lilith (con h para mí, sin ella para Markale), cuestión sobre la cual no tenía hasta ahora material tan confiable y, sucede además, cuando habiendo concluido La Santa Inquisición II estoy dedicada con prioridad a mi linda y luminosa versión de Lilith. ¿Casualidad? ¿Destino? No, siguiendo el criterio de Markale, debo concluir que dado que me interesan estos temas y pinto sobre ellos que compre un libro que los trata cuando estoy pintando (precisamente) sobre uno de ellos en particular, es algo muy probable. Leo:

  “… Sean cuales fueren las causas reales de la rebelión de Lilit contra Adán, su rebelión contra YHWH (Yahveh) tiene una dimensión completamente distinta, una dimensión cósmica, se podría decir. Como fue entregada a Adán, y por lo tanto, sometida a él, Lilit rompe el contrato que la unía no solo al hombre, sino al creador , o por lo menos al demiurgo, puesto que YHWH actúa aquí, al igual que Prometeo, como un demiurgo encargado de organizar el mundo y a los que lo habitan. Pero Lilit posee un don que no tendrán ni Eva ni Adán: conoce el nombre inefable de Dios. Y como lo sabe, según las antiguas creencias, quien conoce el nombre secreto, inefable, impronunciable, de alguien tiene poder sobre él. Lilit puede negociar con YHWH, porque cuenta con los medios para hacer un trato con él. Esto demuestra además que esa humanidad “femenina” que ella representa poseía el conocimiento supremo, proveniente sin duda alguna de una revelación divina: un conocimiento que no parecen haber obtenido ni Eva ni Adán. Lo que justificaría en gran medida el hecho de que Eva tenga una personalidad incompleta en comparación con Lilit: el demiurgo temía una posible rebelión femenina y se cuidó muy bien de transmitir la revelación sobre su real ser a la segunda mujer que creó. Por otra parte, parece ser que Lilit fue creada de la nada, mientras que Eva fue creada de una “costilla” simbólica de Adán, creado a su vez a partir de la “arcilla del suelo”. Entonces se puede concluir que Lilit tiene una naturaleza celestial, y que Eva, en cambio, tiene una naturaleza terrenal, en especial cuando se repite con insistencia el hecho de que no es más que una emanación del primer hombre para estar sometida a todas sus voluntades, un razonamiento algo tortuoso, pero de una lógica absoluta.“

 Jean Markale “Los rebeldes de Dios Grupo Ilhsa S.A. - Editorial El Ateneo, Buenos aires 2006, pág. 62/63.-



 



-O sea- dice una de mis voces – que hay dos líneas de descendencia femenina. Las mujeres que descienden de Lilith, de la mujer primordial, plena y superior al “monigote de arcilla” que viene a ser Adán, y la línea de estúpidas domésticas salidas de una costilla de un ser que, de por sí, ya no era la gran cosa. Algo así. Supongo. Mi voz de anteojos delata mi escepticismo: 
-No hay dos, es solo una. La misoginia judeo-cristiana inventó el cuento de Eva para fundamentar su abuso y su dominación. La educación hizo creer a las mujeres, por siglos, que debía depender del hombre por ser inferior a él desde su creación. Ha sido mero lavado de cerebro. A mi también me cierra más esa versión. O será que de tanto darle al politicamente correcto latiguillo de que “todos somos iguales” considerar cualquier diferencia –aun en beneficio de mi género- me suena a discriminación. Mi voz rubia remolonea maliciosa:
-Pero sí hay diferencia. Vos ves todavía mujeres tan convencidas de su propia inferioridad que es dificil no pensar que eso ya le viene en los genes. Y hay otras, aun hace siglos cuando no era tan fácil, que andá a decirles que eran menos que alguien. Tal vez es real que unas desciendan de una línea iniciada por una diosa y las otras sólo de la pobre y segundona Eva… Yo quiero insistir en mi convicción que es sólo una cuestión de plenitudes y de educación. Si te educan para creerte menos, limitada, nunca vas a tratar de desplegar todo tu potencial. Se que en alguna parte mi razonamiento falla, pero al fin y al cabo yo también fui educada como “mujer” en la cultura occidental y cristiana. A mi no me hablaron de Lilith ni en el catecismo, ni en el Liceo de monjas ni en mi Universidad jesuita pese a tener cinco años de teología. La descubrí con Borges por fuera de la educación tradicional. ¿Cómo saber que uno desciende directo de los dioses si no te lo dicen?





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