If you want to be afraid, just be afraid/
If you want to go back home, just go back home/
If you want to comb your hair, just comb your hair/
If you want to be alone, just be alone/
If you want to watch the sea, just watch the sea/
But do it now, timing is the answer/
Do it now, timing is the answer to success.”
Kevin Johansen “Timing” del Álbum Sur o no Sur
Siempre compartí el criterio del que el “sentido de la oportunidad” (el timing) es la clave para que algo salga bien. No todo es lo mismo, aunque lo sea, si el momento no es el que debe ser.
Pero aunque uno viva haciendo malabares, analizando cada situación, el perfil del entorno, el contexto histórico, la impronta cultural, la variable económica y el trasfondo político antes de mover un dedo, ¡ZAZ! ahí cae la peste a lo Camus y todo se desbarata como el consabido castillo de naipes.
Yo venía bien, moviendo las piezas de mi ajedrez mental para obtener diversos resultados (todo muy monotemático, todo para lo único que me importa) que en mi hipótesis ilusoria generaría la concreta obtención de una sala para montar mi Ragnarök, cuando de pronto una fiebre que parecía una gripe pero que luego pareció una infección y luego pareció un colapso genérico que me derrumbó en cama por cuatro días (cuatro días en mi registro es como haber filado la muerte) mandó mis prolijos planes al diablo.
Si mis inexistentes creencias religiosas no me prohibieran bajo pena de excomunión consultar a un médico, tal vez una medicación oportuna me hubiera aligerado la carga. Pero mi fobia absoluta a poner un pie en un consultorio me hizo aguantar estoicamente el temporal y recién hoy pude salir de mi lecho de enferma y comprobar que el timing perdió su ritmo.
El zumbido en los oídos y la flojera en las piernas no me desalientan lo suficiente como para no enfrentar la realidad: ya perdí el barco. Puede que una semana no sea tanto tiempo, pero se quebró mi ritmo de trabajo y no puedo hoy, sinceramente, establecer fecha concreta para terminar mi serie de Ragnarök. Hace siete días atrás podía estimar, presuponer, auto-desafiarme. Sentir que podía poner el cuerpo y trabajar 24 horas al día y concretar todo para una fecha determinada. Hoy tengo muy vívida la sensación de no poder levantar la cabeza de la almohada a causa de una fiebre repentina. Mi tosca sabiduría me aconseja: no te metas a organizar nada hasta que tengas todas las obras terminadas. Andá sobre seguro. Ya no podés confiar sólo en la fuerza de tu voluntad. Los años desgastan y las “patas” ya no dan para todo. Es triste pero real. Una cosa por vez, y a reemplazar el ímpetu por la persistente constancia. Habrá que esperar.
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