martes, 5 de enero de 2016


    Estoy en Uruguay, en Punta del Este, donde se celebran las Gallery Night de verano, que dan inicio a la temporada de arte que luego sigue en Baires



….donde también y en estos días se celebra la feria internacional EsteArte






...¿y yo que hago?  Voy al supermercado local, la Tienda Inglesa, y me encuentro con un objeto made in China que capta toda mi atención y me distrae por completo de mis business...  





     Por supuesto que la compro, ¡cómo no! ¿Para qué?  Si ya tengo (y plagio alegremente en cantidad), y ésta ni siquiera es original. No me importa en lo más mínimo el sentido común y la lógica práctica. La compro sin preguntar precio ni regatear porque nunca se tienen suficientes máscaras venecianas (aunque no sean precisamente de Venecia).





     Apenas vuelva a casa, quizá un detalle aquí y otro allá, un disimulo de las rústicas perlitas, de la demasiado barata pasamanería, una leve intervención caprichosa que le deje el paso de mis obsesiones, la pueda convertir  en una pieza única y le haga perder su tufillo a producción en serie.










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