viernes, 8 de enero de 2016












  
    A través de alguien que sigo en Twitter me llega el link a un artículo  de William Deresiewiczpublicado en The Atlantic:  The Death of the Artist—and the Birth of the Creative Entrepreneur  (La muerte del Artista y el nacimiento del Emprendedor Creativo).    Interesantísimo análisis de dónde quedamos parados los artistas (de cualquier disciplina)  en el vértigo de los cambios que aparejó la innovación tecnológica.  Dejo el link del artículo en inglés y pego algunos párrafos en mi traducción casera:








     “Pronunciamos el término “artista” para evocar la imagen de un genio solitario. Un aura sagrada todavía se adhiere a la palabra, el sentido de un ser que está en contacto con algo intangible, con una espiritualidad superior. "Él es un artista," exclamamos en tono de reverencia respecto de un actor, o un músico o un director cinematográfico. "Un verdadero artista," proclamamos solemnemente respecto de nuestra cantante o fotógrafo preferido, refiriendo a alguien que se encuentra en un plano superior. Visión e inspiración, dones  misteriosos otorgados por un poder supremo: tales son algunas de las asociaciones que siguen signando la  palabra artista.

  Sin embargo, la idea del artista como un genio solitario poseedor de una potente fuerza cultural determinante, peca de décadas de retraso. Y, aun más,  el modelo que reemplazó esa idea inicial también ha quedado anacrónico. Un nuevo paradigma está emergiendo, desde el cambio de milenio, uno que está ahora mismo en proceso de remodelación de lo que los artistas son: cómo actúan, como se relacionan, como se insertan en el mercado, como se definen a si mismo e incluso como entienden lo que es en definitiva el Arte.
(…)
  Hoy  cada escritor, artista o músico tiene su propio sitio web.  Las bandas difunden sus CDs en línea. (…)   "Hazte un nombre” se les dice a las personas creativas. Parece que primero hay que construir una  marca personal, una red de interacción, definir y establecer una presencia destacada en los medios sociales. El emprendedor creativo tiene que generar su propio mercado en línea, una plataforma sólida de auto-publicación, establecerse sólidamente sin fines de lucro...   ¿qué significan todos estos nuevos parámetros para los artistas y para el arte?  Implica entrenarse en la práctica virtual, desarrollar su trayectoria artística en la web, crear su propia comunidad artística, y a través de esto definir la forma en que será apreciado por el público y juzgado por el mercado.  Ahora, esta realidad virtual ¿lo define como artista? Son nuevas preguntas, preguntas abiertas...
(…)
  El emprendimiento creativo, para empezar con lo que es más evidente, es mucho más interactivo, al menos en términos de cómo entendemos esta palabra hoy en día, que el modelo del artista como genio, volviendo la espalda al mundo; e incluso que el modelo del artista como profesional, que opera dentro de un conjunto relativamente pequeño y establecido de relaciones (la élite).
(…)
  Lo que vemos en este nuevo paradigma, tanto en las relaciones externas del artista como en su capacidad interna de creación,  es lo que también vemos en todo el espectro cultural: el desplazamiento de una  búsqueda de profundidad hacia una búsqueda de  amplitud. ¿Eso es algo bueno o algo malo? Sin duda, alguno de los dos, en una proporción que aún no se ha revelado del todo…  Este nuevo paradigma también altera la forma en que un artista desarrolla su carrera. (…) Las obras de arte… se están convirtiendo en  materias primas, en bienes de consumo… Ahora sólo eres tan bueno como las ventas de tu último trimestre.

  Es difícil de creer que el nuevo acuerdo no favorecerá a trabajar sobre seguro: tender a una creación más familiar… con ganas de agradar, más como entretenimiento, menos como arte. Los artistas inevitablemente pasarán mucho más tiempo mirando por encima de su hombro, tratando de averiguar lo que el cliente quiere en lugar de lo que ellos mismos están tratando de decir. (…)  Al principio, en la era del artesano, el juicio recaía en el patrón. En la edad del profesional, lo tenía el crítico, un esteta profesionalizado o intelectual.  En la era del genio, que era también la edad de las vanguardias, de la tremenda energía experimental a través de las artes, se apoyaba en gran medida en los propios artistas. (…) Pero ahora hemos llegado a la edad del cliente, que forzosamente siempre tiene la razón.
(…)
  La democratización del gusto, instigada por la web, coincide con la democratización de la creatividad. Los fabricantes tienen los medios para vender, pero todo el mundo tiene los medios para hacer, para “crear”. Y todo el mundo hace uso. Todo el mundo parece creerse capacitado para crear por sí mismo, para ser  un escritor, un músico, un artista visual. (…) "Producerism" (produccionismo) podríamos llamar a esto, por analogía con el consumismo. Lo que ahora estamos persuadidos a consumir son los medios para crear por nosotros mismos. Y la democratización del gusto se asegura de que nadie tiene el derecho (ni las ganas) para decirnos cuando nuestro trabajo es malo.
(…)
  A menudo se dice hoy que las empresas más exitosas son aquellas que crean experiencias en lugar de productos, o crean experiencias (ambientes, relaciones) alrededor de sus productos. Así que también podríamos decir que bajo producerism, en la era del emprendimiento creativo, la producción se convierte en una experiencia. El proceso creativo se convierte en un estilo de vida, algo que se empaqueta y se sube a la red; que es curado, publicitado, viralisado, tuiteado, comentado, faveado (favorita/me gusta en Twitter), likeado (like en Facebook);  cualquier cosa menos solitaria, cualquier cosa menos privado.

  Entre las cosas más notables respectos de los sitios web de artistas está el que los creadores se sienten obligados a presentar no sólo su obra y su manifiesto creativo (que es lo suficientemente interesante como hecho cultural en sí), sino también su vida íntima y personal. La necesidad de ofrecer al cliente no sólo la obra que se está vendiendo, sino también la experiencia indirecta de su producción.
(…)

  Cuando las obras de arte  se convierten en productos básicos y nada más; cuando cada esfuerzo creador  se convierte en "creativo" y todo el mundo puede ser "un creativo"; entonces el arte se hunde de nuevo en la artesanía y el artistas retorna a ser un artesano, una palabra que, en su forma adjetival, se ha vuelto últimamente muy  popular. Encurtidos artesanales, poemas artesanales: ¿cuál es la diferencia, después de todo? Así, el "arte" en sí mismo puede desaparecer, el arte como Arte, ese otrora bien tan escaso, único y preciado…”









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