A través de alguien que sigo en Twitter me llega el link a un artículo de William Deresiewicz, publicado en The Atlantic: The Death of the Artist—and the Birth of the
Creative Entrepreneur (La muerte del Artista y el nacimiento del
Emprendedor Creativo). Interesantísimo análisis de dónde quedamos parados
los artistas (de cualquier disciplina)
en el vértigo de los cambios que aparejó la innovación tecnológica. Dejo el link del artículo en inglés y pego
algunos párrafos en mi traducción casera:
“Pronunciamos el término “artista” para evocar la imagen de un
genio solitario. Un aura sagrada todavía se adhiere a la palabra, el sentido de
un ser que está en contacto con algo intangible, con una espiritualidad
superior. "Él es un artista,"
exclamamos en tono de reverencia respecto de un actor, o un músico o un director
cinematográfico. "Un verdadero
artista," proclamamos solemnemente respecto de nuestra cantante o fotógrafo
preferido, refiriendo a alguien que se encuentra en un plano superior. Visión e
inspiración, dones misteriosos otorgados
por un poder supremo: tales son algunas de las asociaciones que siguen signando
la palabra artista.
Sin embargo, la idea del artista como un
genio solitario poseedor de una potente fuerza cultural determinante, peca de
décadas de retraso. Y, aun más, el
modelo que reemplazó esa idea inicial también ha quedado anacrónico. Un nuevo
paradigma está emergiendo, desde el cambio de milenio, uno que está ahora mismo
en proceso de remodelación de lo que los artistas son: cómo actúan, como se
relacionan, como se insertan en el mercado, como se definen a si mismo e
incluso como entienden lo que es en definitiva el Arte.
(…)
Hoy cada escritor, artista o músico tiene su
propio sitio web. Las bandas difunden
sus CDs en línea. (…) "Hazte un nombre” se les dice a las
personas creativas. Parece que primero hay que construir una marca personal, una red de interacción, definir
y establecer una presencia destacada en los medios sociales. El emprendedor creativo tiene que generar
su propio mercado en línea, una plataforma sólida de auto-publicación, establecerse
sólidamente sin fines de lucro...
¿qué significan todos estos nuevos parámetros para los artistas y para
el arte? Implica entrenarse en la práctica
virtual, desarrollar su trayectoria artística en la web, crear su propia
comunidad artística, y a través de esto definir la forma en que será apreciado
por el público y juzgado por el mercado.
Ahora, esta realidad virtual ¿lo define como artista? Son nuevas
preguntas, preguntas abiertas...
(…)
El emprendimiento creativo, para
empezar con lo que es más evidente, es mucho más interactivo, al menos en términos de cómo entendemos esta palabra
hoy en día, que el modelo del artista como genio, volviendo la espalda
al mundo; e incluso que el modelo del artista como profesional, que
opera dentro de un conjunto relativamente pequeño y establecido de relaciones
(la élite).
(…)
Lo que vemos en este nuevo paradigma, tanto
en las relaciones externas del artista como en su capacidad interna de
creación, es lo que también vemos en
todo el espectro cultural: el desplazamiento de una búsqueda de profundidad hacia una búsqueda de amplitud.
¿Eso es algo bueno o algo malo? Sin duda, alguno de los dos, en una proporción
que aún no se ha revelado del todo… Este
nuevo paradigma también altera la forma en que un artista desarrolla su carrera.
(…) Las obras de arte… se están convirtiendo en materias primas, en bienes de consumo… Ahora
sólo eres tan bueno como las ventas de tu último trimestre.
Es difícil de creer que el nuevo acuerdo no favorecerá
a trabajar sobre seguro: tender a una creación más familiar… con ganas de
agradar, más como entretenimiento, menos como arte. Los artistas
inevitablemente pasarán mucho más tiempo mirando por encima de su hombro,
tratando de averiguar lo que el cliente quiere en lugar de lo que ellos mismos
están tratando de decir. (…) Al
principio, en la era del artesano, el juicio recaía en el patrón. En la edad
del profesional, lo tenía el crítico, un esteta profesionalizado o intelectual.
En la era del genio, que era también la
edad de las vanguardias, de la tremenda energía experimental a través de las
artes, se apoyaba en gran medida en los propios artistas. (…) Pero ahora hemos
llegado a la edad del cliente, que forzosamente siempre tiene la razón.
(…)
La democratización del gusto, instigada por
la web, coincide con la democratización de la creatividad. Los fabricantes
tienen los medios para vender, pero todo el mundo tiene los medios para hacer,
para “crear”. Y todo el mundo hace uso. Todo el mundo parece creerse capacitado
para crear por sí mismo, para ser un
escritor, un músico, un artista visual. (…) "Producerism" (produccionismo)
podríamos llamar a esto, por analogía con el consumismo. Lo que ahora estamos
persuadidos a consumir son los medios para crear por nosotros mismos. Y la
democratización del gusto se asegura de que nadie tiene el derecho (ni las ganas)
para decirnos cuando nuestro trabajo es malo.
(…)
A menudo se dice hoy que las empresas más
exitosas son aquellas que crean experiencias en lugar de productos, o crean
experiencias (ambientes, relaciones) alrededor de sus productos. Así que
también podríamos decir que bajo producerism,
en la era del emprendimiento creativo, la producción se convierte en una
experiencia. El proceso creativo se convierte en un estilo de vida, algo que se
empaqueta y se sube a la red; que es curado, publicitado, viralisado, tuiteado,
comentado, faveado (favorita/me gusta
en Twitter), likeado (like en
Facebook); cualquier cosa menos solitaria, cualquier cosa
menos privado.
Entre las cosas más notables respectos de los
sitios web de artistas está el que los creadores se sienten obligados a
presentar no sólo su obra y su manifiesto creativo (que es lo suficientemente
interesante como hecho cultural en sí), sino también su vida íntima y personal.
La necesidad de ofrecer al cliente no sólo la obra que se está vendiendo, sino
también la experiencia indirecta de su producción.
(…)
Cuando las obras de arte se convierten en productos básicos y nada más;
cuando cada esfuerzo creador se
convierte en "creativo" y todo el mundo puede ser "un creativo"; entonces el arte se
hunde de nuevo en la artesanía y el artistas retorna a ser un artesano, una
palabra que, en su forma adjetival, se ha vuelto últimamente muy popular. Encurtidos
artesanales, poemas artesanales: ¿cuál es la diferencia, después de todo?
Así, el "arte" en sí mismo
puede desaparecer, el arte como Arte, ese otrora bien tan escaso, único y preciado…”
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