miércoles, 29 de junio de 2016


     Tras algunos intentos de prueba, me decido por Tienda de Papel como título de la muestra.  Es el que más equilibra el texto en mis primeros bocetos de afiche.  Como no me confirmaron fechas, sigue siendo todo muy en el aire. Pero ya que el tiempo no es precisamente lo que me sobra, aprovecho los baches entre una cosa y otra para ir acumulando ideas bases sobre las que estructurar las definitivas cuando llegue el momento.






  
    

      Al cabo de los años uno va aprendiendo a hacer las cosas casi de modo reflejo.  Entre que chequeo los mails, redacto un texto laboral, bajo un par de archivos y le doy la orden a la impresora de imprimir un documento de varias páginas, puedo probar que color de fondo le va mejor a las fotos que quiero colocar como centro visual del afiche.  No hago teoría de la psicología del color; presiono la tecla para ir de uno en uno en todas las posibilidades del menú casi sin prestar demasiada atención.  La certeza de cual de los  colores de fondo hace lucir mejor las imágenes de mis obras me la da el estómago.  Es físico, no tengo que pensar.  Debe ser una de esas pocas cosas buenas que te trae la edad: el oficio.   





Post data: Lo de auténticamente hecho en Lanús es un ¿homenaje? al Made in Lanús teatral.  Porque de verdad lo que hago se hace acá.  Hecho en Lanús






martes, 28 de junio de 2016
























     Decididas las obras que formarán parte de la  exposición individual que pretendo montar,  el paso siguiente es elegir un título para el conjunto de esa puesta.  ¿Por qué un título?  Porque según los “curadores” –en total coincidencia con cualquier publicista de medio pelo-, el título simplifica la llegada al público.  Se le adelanta –supuestamente- lo que va a ver.  Como una explicación o una decodificación de ese críptico y elevado lenguaje del arte.  O algo así.

     Para quien se dedica a la publicidad o a la ambientación, el título va a significar el hilo conductor del evento, citando como argumento a Flaubert “¡Con qué entusiasmo tallaba las cuentas de mi collar! No olvidé más que una cosa: el hilo…  Es una obra frustrada. Habla de perlas. Pero no son las perlas las que hacen el collar, es el hilo" (de sus cartas a Louise Colet).  Un leitmotiv que va a determinar desde la disposición de la cuelga  hasta el color predominante de la folletería y el tipo de catering para el acto de apertura.




    Sin que esté reconociendo que todo esto sea exactamente cierto (sigo convencida de que la obra tiene que valer por sí, independiente de cómo o dónde se la presente), negocio civilizadamente y acepto armar mi próxima individual bajo estas premisas (hipotéticamente y hasta donde mi temperamento me lo permita).

     Veamos.  Pretendo mostrar juntas varias series de obras que en principio nada tienen que ver entre sí.  Cartográfica y Plagiaria que son trabajos bidimensionales de un estilo tradicional.  Mis Bandejas Enmascaradas que ya entran en una categoría más cercana al cachivache, excediendo las dos dimensiones pero sin dejar de ser obras de cuelga sobre pared.  Y mis esculturas de servilletas, algunas montadas sobre pequeños mueblecitos intervenidos.  Una variopinta miscelánea de múltiple entender.  ¿Qué hilo puede entretejer el collar en este caso?  La neurótica autora y el papel.  Y como mencionar mi dudosa salud mental está fuera de la cuestión,  el título lógico para el evento sería Todo papel  o Sólo papel o –como designé el archivo de la compu donde guardo las fotos que voy tomando durante el proceso creativo- Tienda de papel.





     Para escoger de entre estas posibilidades –ya que esto lo hago  sola, sin consultar con nadie- opto por el método práctico: voy a diseñar un afiche (hoy conocido como flyer) probando combinar el título con algunas fotos.  El que mejor se adapte a la estética conjunta del diseño será el título definitivo.  Primero el afiche, de éste desprender un catálogo simple y uno más complejo (va a depender de las fechas, de la imprenta y del costo si hago uno u otro o los dos) y aún más simplificado un diseño de invitación al vernissagge.  Las gacetillas de prensa y la acción de difusión y publicidad tienen que ser también un desprendimiento de este diseño principal.  Tanto como el título la unificación visual de la propuesta es una manera de asegurar que el evento se identifique y despierte el interés del eventual visitante.  Título e imagen como branding de la muestra (y esta afirmación demuestra que estoy dejando que me influencien en exceso).  Vamos a jugar un poco con esto a ver que sale.








lunes, 27 de junio de 2016







  Hoy se usa la palabra mainstream para referir a una manifestación artística (plástica, música, literatura) que cuenta con múltiples y poderosos recursos para su comercialización, logrando llegar a gran cantidad de personas en todo el mundo al mismo tiempo. Lo que se produce directamente para las masas, a sabiendas de que será aceptado –fórmulas ya probadas con leves diferencias para simular novedad- y que se lanza con tamaña artillería mediática que asegura su difusión y forzosa aceptación. Lo opuesto  sería el underground, lo “subterráneo”, las manifestaciones artística que no siguen patrones comerciales y que circulan al margen de la cultura principal, oficial y masiva, es decir,  el mainstream
 
 

 

     Nada nuevo, salvo el neologismo (para ser exactos, el anglicismo).  Siempre estuvo esa esfera prefabricada (el mercado, que viene a ser una especie de feria con sus tenderos que vocean productos, a cada uno gritando más fuerte y haciendo llamativa alharaca) opuesta a esos absurdos personajes  imperdonables que se empeñan en hacer las cosas como ellos quieren y no como determina la moda del momento. Yo no veo diferencias.  Salvo que ahora, con nueva terminología, parecen haber descubierto la rueda.  Más de lo mismo.

 

 

     El desafío sería (“sería” si uno aceptara perder el tiempo en imposibles) encontrar un punto de intersección, un huequito donde las paralelas se toquen y que no sea el infinito.  Hacer desde la periferia lo que el mercado no aprueba pero colarlo al público con las técnicas de difusión del más puro mainstream.

     ¿Se puede armar una campaña de prensa de una pequeña exposición marginal como si fuera el lanzamiento de un film de Disney o de un cantante latino de la factoría miamense de los Estefans?  ¿Se pueden copiar sus técnicas y adaptarlas para difundir un evento cultural de la periferia?  Si, copiar se puede copiar cualquier cosa (con dinero, tiempo y algo de ayuda logística).  A menor escala y teniendo en claro que la cultura en serio siempre ha sido un coto reducido.  Pero, ¿tiene sentido tanto esfuerzo?  ¿No se supone que lo underground  quiere ser undeground como el tigre quiere ser tigre y la rosa rosa?   ¿No sería, en definitiva, una incoherencia, casi una auto-traición?  O peor aun: que el circo haga perder de vista lo que realmente importa, que la obra se diluya en medio de tanta parafernalia.

 

 
 
 
 
Post data: Esta es mi entrada número 1000.  Alguien dirá, probablemente con razón: "¡cuanto tiempo y energía desperdiciada a cuenta de nada!"  Y sí, yo soy así; me gusta hacer cosas poco útiles sólo por el placer de hacerlas.  Entrada mil: ¡ha sido un gusto!
 
 
 
 
 
 
 
Post data bis: Yo sé que es una tontería, pero todavía me emociono cuando alguien se guarda la imagen de una de mis obras (aun cuando se trate de una que, personalmente, no me guste mucho...).
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

sábado, 25 de junio de 2016




     “(¿Tiene razón Oscar Wilde cuando sostiene que no hay libros morales o inmorales, sino únicamente libros bien o mal escritos?)  En razón de su tono imperioso, el aforismo de Wilde me parece más apto para cerrar que para abrir una discusión.  Quizá no hay libros inmorales, pero hay lecturas que lo son, claramente.  El Martín Fierro (amplío aquí una observación de María Rosa Oliver) fue escrito para demostrar que el ejército convierte en vagabundos y en forajidos a los hombres de campo; es leído inmoralmente por quienes buscan los placeres de la ruindad (consejos de Vizcacha), de la crueldad (pelea con el moreno), del sentimentalismo de los canallas y de la bravata orillera (passim).  Otras publicaciones son inmorales de intención y de ejecución.  Así, yo tengo para mí que una de las causas del entontecimiento gradual de los argentinos son las revistas populares: notorias cátedras de codicia y servilismo. (…)  No nos dejemos embaucar por la connotación sexual de la palabra inmoralidad; más inmoral que fomentar la lascivia es fomentar el servilismo o la estolidez.

     Stevenson (Ethical studies) observa que un personaje de novela es apenas una sucesión de palabras y pondera la extraña independencia que parecen lograr, sin embargo, esos homúnculos verbales.  El hecho es que una vez lograda esa independencia, una vez convencidos los lectores de que tal personaje no es menos vario que los que habían la “realidad” (quienes, por demás, tampoco son, o somos, otra cosa que una serie de signos), el juicio moral del autor importa poco.  Además, todo juicio es una generalización, una mera vaguedad aproximativa.  Para el novelista, como tal, no hay personajes malos o buenos; todo personaje es inevitable.  I understand everything and everyone, declara Bernard Shaw, and am nobody and nothing(…)

     Vedar la ética es arbitrariamente empobrecer la literatura.  La puritánica doctrina del arte por el arte nos privaría de los trágicos griegos, de Lucrecio, de Virgilio, de Juvenal, de las Escrituras, de San Agustín, de Dante, de Montaigne, de Shakespeare, de Quevedo, de Browne, de Swift, de Voltaire, de Johnson, de Blake, de Hugo, de Emerson, de Whitman, de Baudelaire, de Ibsen, de Butler, de Nietzsche, de Chesterton, de Shaw; casi del universo.
    
Jorge Luis Borges  Debates de Sur – Moral y literatura, Sur, Buenos Aires Año XIV, Nro. 126 abril de 1945,  Borges en Sur 1831-1980  Emecé Editores S.A. Buenos Aires 1999, páginas 297/299.







jueves, 23 de junio de 2016



http://www.artistasdelatierra.com/obrassemana-pag-20160104.html





http://es.artquid.com/art/arte-contemporaneo-pinturas-desnudo-artistico-artes-de-america-latina-ay1ak5th24or8.html





https://artavita.com/artists/6500-gabriela-farnell












http://www.artdiscover.com/en/artists/gabriela-farnell-id5872

miércoles, 22 de junio de 2016




     “Volvamos, pues, a los animales de Borges, y repitamos la lista porque hay que leerla con atención: los animales son “pertenecientes al emperador, embalsamados, amaestrados, lechones, sirenas, fabulosos, perros sueltos, incluidos en esta clasificación, que se agitan como locos, innumerables, dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, etcétera, que acaban de romper el jarrón, que de lejos parecen moscas”.  Foucault observa que la monstruosidad que contiene la enumeración de Borges consiste precisamente en que “el espacio común de los encuentros se han reducido a nada.  Lo que resulta imposible no es la cercanía de las cosas, sino el lugar mismo donde podrían convivir”.  (…)  Lo que hace que la lista sea realmente inquietante es que contiene, entre los elementos que hay que clasificar, los ya clasificados.  (…)  Con la clasificación de Borges la poética de la lista alcanza su punto de máxima herejía y abomina de todo orden lógico preestablecido.  Y nos hace pensar en la plegaria y desafío de Apollinaire de La jolie rousse:

Vosotros cuya boca está hecha a la imagen de la boca de Dios
Boca que es el orden mismo
Sed indulgentes al compararnos
Con los que fueron la perfección del orden
Nosotros que buscamos la ventura por doquier
(…)”

Umberto Eco, El Vértigo de las Listas  - Random House Mondadori S.A. Barcelona 2009, páginas 395/397.





     Es muy aburrido todo.  La incompetencia (o la mala fe, o la torpeza, o la simple paranoia; lo que vendría a ser la estupidez en todas sus variantes) condiciona sin escapatoria a todo aquel que pretenda hacer algo.

    Acepto –como premisa- que el arte no es una necesidad básica para las masas.  Acepto –en teoría- que hay otras prioridades.  Acepto –obviamente- que no necesariamente entro en la categoría consagrada por el mercado de “artista” como para que se me preste mucha atención.  Puedo aceptar cualquier cosa que me digan mientras me la digan.  Este juego (estúpido) de hacer como que sí pero sin dar nunca una respuesta concreta es desesperante.  Un sí o un no.  Si es no me voy con la música a otro lado.  Si es , listo, ya está; yo me encargo del resto.  No estoy pidiendo nada, sólo que me dejen hacer lo que hago.  No busco ningún tipo de compensación, beneficio o reconocimiento más allá de poder mostrar mi trabajo.  ¿No fui ya lo suficientemente clara?




     Me dicen que mi error está en hacer las cosas de modo neutral.  Sin buscar contactos o amistades comunes.  Sin chapear o blandir la tarjeta de presentación de tal o cual -presunto- pez gordo.  Sin el consabido juego de las influencias.  “Sociabilizas poco”, me acusan.  Sí, claro, todo es mi culpa.  Hasta la ineptitud de los funcionarios públicos con sueldos mensuales que triplican mi ingreso de cuentapropista.


     Dan ganas de mandar todo al diablo; de pegar cuatro gritos, otros tantos insultos, y optar abiertamente por el aislamiento digno y  apacible.  Si “sociabilizar” implica dejar que a uno constantemente le falten el respeto, lo destraten y lo reduzcan a súbdito sumiso y arrastrado, todo bien para el que le quepa ese sayo pero yo no, gracias; no cuenten conmigo.







lunes, 20 de junio de 2016




http://pineasy.net/pins/No%20Me%20Pidas



























     Crónicas equinas: Recta final (bastante satisfactoria).






     Con el agregado de los estribos cerré en forma definitiva toda la estructura.  Me quedé sin barniz al agua para la primera capa de cobertura de las patas y la panza, así que tengo que diferir para el próximo fin de semana el laqueado total de la pieza.  Quiero agregar un poco más de textura a la montura y a los faldones  con un poquito más de pintura acrílica con relieve y, tras eso, voy a dar por concluido mi Caballito de Carrusel.













sábado, 18 de junio de 2016


     Crónicas equinas: La cuenta regresiva (o de cómo pese a llevar treinta años pintando uno puede cometer estupideces catastróficas).

     Acostumbrada a mezclar todo –o a no prestar demasiada atención a lo que estoy haciendo-  para hacer los detalles de fileteado porteño al pie de mi Caballito de Carrusel usé algo de acuarela junto con el acrílico con el que venía trabajando.  ¿Por qué?  Porque siempre hago eso: busco el color que me interesa indistintamente del tipo de pintura que se trate, ¡hay tanta variedad desparramada por mi taller!

     Obviamente, cuando empecé a pasar la primera capa de barniz, el acrílico se comportó como acrílico y la acuarela como acuarela, o sea, volvió a diluirse y se corrió.  Un auténtico desastre.  No es que yo no supiera que la acuarela no se barniza, es que estaba distraída en vaya a saber uno que otro millón de cosas.

    Así que arruiné el fileteado, y aun a sabiendas del enchastre tuve que acabar la primera capa de barniz (imprescindible para dar unidad y resistencia a la base).  Y una vez seco tuve que volver a corregir todo el fileteado esta vez sí, exclusivamente, con acrílico. 






     El problema es que Caballito también tiene muchos detalles con acuarela, así que me resigno a arruinar gran parte de lo ya trabajado mientras le paso la primera capa de barniz.  Habrá que volver a retocar todo el conjunto antes de dar la capa de laca más rígida.  Mi estupidez me obliga a hacer lo mismo dos veces.  Lamentablemente, lo grave no ha sido mi error sino que, pese a este escarmiento, seguramente en el futuro voy a volver a cometerlo…  Tengo mixturizado el cerebro.












viernes, 17 de junio de 2016


     Pese a estar ocupada en otras cosas (terminar mi Caballito de Carrusel, armar los pies para dos esculturas de papel que sean ad hoc a cada una de ellas, delirar con mi nuevo proyecto del Burlesque) volví a caer en la perniciosa distracción de Pinterest.  Vi imágenes de unos mueblecitos pintados a mano estilo MacKenzie-Child y mi naturaleza plagiaria me saltó a la garganta.  

     Había en un rincón de mi taller una vieja silla de pino destartalada (toda desencolada, con un soporte salido y el asiento con una rajadura al medio) que debió en su momento ir a la basura pero que seguía ahí porque servía para apilar revistas sobre ella.






     Dispuesta a hacer algo parecido a lo visto (¿para qué?; para hacerlo, para comprobar si podía hacerlo), martillo en mano, metí el soporte en su lugar y traté de ajustar las junturas a puro golpe.  Sujeté el asiento con un poco de soga, tapé la rajadura con enduído plástico y cubrí las zonas más dañabas con una capita de carta-pasta ligera de servilleta de papel.






     Una vez secos los empastes, marqué alguna zona de color como para definir el diseño de arranque:





    Agregué el damero característico:






     Y he estado divirtiéndome en dar color a cada zona, inventando detalles y cuidando de que la pintura (y más adelante la laca) supla el encolado y mantenga unida a la sillita.  Falta bastante pero hasta acá me gusta mucho.