“(¿Tiene
razón Oscar Wilde cuando sostiene que no hay libros morales o inmorales, sino
únicamente libros bien o mal escritos?) En
razón de su tono imperioso, el aforismo de Wilde me parece más apto para cerrar
que para abrir una discusión. Quizá no
hay libros inmorales, pero hay lecturas que lo son, claramente. El Martín
Fierro (amplío aquí una observación de
María Rosa Oliver) fue escrito para demostrar que el ejército convierte en
vagabundos y en forajidos a los hombres de campo; es leído inmoralmente por quienes
buscan los placeres de la ruindad (consejos de Vizcacha), de la crueldad (pelea
con el moreno), del sentimentalismo de los canallas y de la bravata orillera (passim).
Otras publicaciones son inmorales de intención y de ejecución. Así, yo tengo para mí que una de las causas
del entontecimiento gradual de los argentinos son las revistas populares:
notorias cátedras de codicia y servilismo. (…)
No nos dejemos embaucar por la connotación sexual de la palabra
inmoralidad; más inmoral que fomentar la lascivia es fomentar el servilismo o
la estolidez.
Stevenson (Ethical studies) observa que un personaje de novela es apenas una sucesión de palabras
y pondera la extraña independencia que parecen lograr, sin embargo, esos
homúnculos verbales. El hecho es que una
vez lograda esa independencia, una vez convencidos los lectores de que tal
personaje no es menos vario que los que habían la “realidad” (quienes, por
demás, tampoco son, o somos, otra cosa que una serie de signos), el juicio
moral del autor importa poco. Además,
todo juicio es una generalización, una mera vaguedad aproximativa. Para el novelista, como tal, no hay
personajes malos o buenos; todo personaje es inevitable. I understand everything and
everyone, declara Bernard Shaw, and
am nobody and nothing. (…)
Vedar la ética es arbitrariamente empobrecer
la literatura. La puritánica doctrina
del arte por el arte nos privaría de los trágicos griegos, de Lucrecio, de
Virgilio, de Juvenal, de las Escrituras, de San Agustín, de Dante, de
Montaigne, de Shakespeare, de Quevedo, de Browne, de Swift, de Voltaire, de
Johnson, de Blake, de Hugo, de Emerson, de Whitman, de Baudelaire, de Ibsen, de
Butler, de Nietzsche, de Chesterton, de Shaw; casi del universo.
Jorge
Luis Borges Debates de Sur – Moral y literatura, Sur, Buenos Aires Año XIV, Nro. 126
abril de 1945, Borges en Sur 1831-1980 Emecé Editores S.A.
Buenos Aires 1999, páginas 297/299.
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