lunes, 27 de junio de 2016







  Hoy se usa la palabra mainstream para referir a una manifestación artística (plástica, música, literatura) que cuenta con múltiples y poderosos recursos para su comercialización, logrando llegar a gran cantidad de personas en todo el mundo al mismo tiempo. Lo que se produce directamente para las masas, a sabiendas de que será aceptado –fórmulas ya probadas con leves diferencias para simular novedad- y que se lanza con tamaña artillería mediática que asegura su difusión y forzosa aceptación. Lo opuesto  sería el underground, lo “subterráneo”, las manifestaciones artística que no siguen patrones comerciales y que circulan al margen de la cultura principal, oficial y masiva, es decir,  el mainstream
 
 

 

     Nada nuevo, salvo el neologismo (para ser exactos, el anglicismo).  Siempre estuvo esa esfera prefabricada (el mercado, que viene a ser una especie de feria con sus tenderos que vocean productos, a cada uno gritando más fuerte y haciendo llamativa alharaca) opuesta a esos absurdos personajes  imperdonables que se empeñan en hacer las cosas como ellos quieren y no como determina la moda del momento. Yo no veo diferencias.  Salvo que ahora, con nueva terminología, parecen haber descubierto la rueda.  Más de lo mismo.

 

 

     El desafío sería (“sería” si uno aceptara perder el tiempo en imposibles) encontrar un punto de intersección, un huequito donde las paralelas se toquen y que no sea el infinito.  Hacer desde la periferia lo que el mercado no aprueba pero colarlo al público con las técnicas de difusión del más puro mainstream.

     ¿Se puede armar una campaña de prensa de una pequeña exposición marginal como si fuera el lanzamiento de un film de Disney o de un cantante latino de la factoría miamense de los Estefans?  ¿Se pueden copiar sus técnicas y adaptarlas para difundir un evento cultural de la periferia?  Si, copiar se puede copiar cualquier cosa (con dinero, tiempo y algo de ayuda logística).  A menor escala y teniendo en claro que la cultura en serio siempre ha sido un coto reducido.  Pero, ¿tiene sentido tanto esfuerzo?  ¿No se supone que lo underground  quiere ser undeground como el tigre quiere ser tigre y la rosa rosa?   ¿No sería, en definitiva, una incoherencia, casi una auto-traición?  O peor aun: que el circo haga perder de vista lo que realmente importa, que la obra se diluya en medio de tanta parafernalia.

 

 
 
 
 
Post data: Esta es mi entrada número 1000.  Alguien dirá, probablemente con razón: "¡cuanto tiempo y energía desperdiciada a cuenta de nada!"  Y sí, yo soy así; me gusta hacer cosas poco útiles sólo por el placer de hacerlas.  Entrada mil: ¡ha sido un gusto!
 
 
 
 
 
 
 
Post data bis: Yo sé que es una tontería, pero todavía me emociono cuando alguien se guarda la imagen de una de mis obras (aun cuando se trate de una que, personalmente, no me guste mucho...).
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

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