El
método del autodidacta (al menos, el
de esta autodidacta)
No tengo
registro de mi primer dibujo pero sí de que dibujar era mi actividad constante
y grata. Aun antes de la escuela (soy de una generación que no concurrió al
jardín de infantes, saltando directo al primer grado). Sí recuerdo que a la pregunta de ¿qué le vas a pedir a los Reyes Magos?
durante años mi inmediata respuesta fue: papel y pinturitas. Y de lo instintivo de copiar con el devenir
de los tiempos pasé abiertamente a plagiar los dibujos y las pinturas de grandes
maestros. Obviamente, no me salían. Entonces los dejaba e iba a otra cosa. Pero volvía, y lo intentaba de vuelta. Tras siete u ocho intentos lograba
aproximarme a mi modelo. Ese fue mi
método: elegir el objetivo y darle y darle –la
cantidad de veces que fueran necesarias- hasta un aproximamiento medianamente
satisfactorio. Eso me hizo empecinada y
paciente, constante en mis elecciones, una obsesiva.
Hace unos
días, buscando otra cosa, encontré en la casa de mi infancia una vieja cabeza
de peluca de telgopor. Tenía una capa
de esmalte sintético y el amague de dibujo de las facciones, en un malogrado
intento –allá por mis diecinueve o veinte
años- de intervención. El material
de base no me daba posibilidad de mucho y por entonces no existían las
lapiceras con tinta en gel (y si existían
yo no las conocía). No había podido avanzar en ninguna dirección y ahí
quedó abandonada la cabeza. Había sido
el primer intento. Y casi treinta años
después, al reencontrarla y recordar la frustración de entonces de no poder
dominar la técnica para intervenirla, me he sentido en la obligación de cumplir
con mi método y volver a intentarlo.
Así que, aun teniendo demasiadas otras que hacer y varias en mitad del haciendo,
arranqué en el segundo intento de intervenir la cabeza de peluca.
Cartapesta de base, reconstruir la nariz aplastada y dar volumen a cejas y labios. La adherí a una caja de cartón para darle más altura.
Vamos de vuelta a dibujar las facciones, ahora con una base que permita la necesaria adherencia a cualquier tipo de pintura.
Estamos en carnaval, no me
empecino en las máscaras: surgen ... Pero me contengo. Que sea sólo
media máscara.
Un bonete
que nos dé un plano hacia arriba y hacía adelante (y que después permita ir para todos los lados) y más cartapesta para sostener.
Para arrancar, promete múltiples posibilidades de juego y diversión... Inicio de segundo intento altamente satisfactorio.