Rollos
de cocina – bitácora de problemas
El plan
inicial de hacer dos esculturas de papel sobre rollos de cocina que representaran
bailarinas de burlesque que pudieran colgarse
y exponerlas suspendidas en el aire era en teoría un plan
viable. El diseño y el montaje inicial
no fue complejo, pero trabajar sobre ellas sin tener punto de base es harina de otro costal.
Mientras la cartapesta está húmeda si la
apoyo se aplasta y deforma, si pinto no puedo cubrir los 360 grados que la
figura tiene porque no tengo como moverme alrededor; si pinto el frente y espero que
seque cuando voy por detrás no coinciden las líneas ni el color y tengo que
modificar y repintar todo, para después –seca esa parte- comprobar que el otro
lado, de vuelta, no coincide.
Y después
está el enfoque general, el punto de mira.
En el constante bamboleo se pierde la simetría y el ángulo de visión
ideal (ese que se supone tendrá el espectador cuando se la exhiba terminada y
quieta) es imposible de determinar.
He debido
recurrir al soporte de cuelgue de una maceta y a un perchero infantil (arreados
a mi cocina, santuario donde enfrento las dificultades de la vida) para
poder trabajar precariamente sin tener que apoyarlas por completo. ¿Cómodo?
Ni por casualidad. ¿Soluciona el
problema? No.
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