jueves, 9 de febrero de 2017





     Hay días, como hoy, que esa sensación incómoda de la lástima me alcanza.  Desde muy joven supe que la lástima hiere a quién la siente y ofende al receptor.  Nadie, en su sano juicio,  quiere ser “digno” de lástima.  Aun en el dolor y en la caída puede mantenerse la dignidad.  He luchado siempre contra ella, bregando por no ser su objeto ni por someterme a su arbitrario dominio.  Con los años he logrado reemplazarla por la ayuda concreta y al abrazo reconfortante,  por hacer para recomponer lo roto o para construir de nuevo.  Hacer, no perderme en el lamento inútil.

 
 
 


     Pero hoy me tomó a traición.  El hombre siempre me hizo sospechar que no jugaba del todo limpio, y su compañera, más abiertamente rastrera, nunca disimuló que su juego era aprovecharse de  cualquier ventaja.  Esa clase de personas que tras un discurso de honestidad agarran lo que venga y no guardan lealtad más que a su conveniencia.  Claro que son mayoría, uno está acostumbrado a que muchísima gente con la que se trata a diario sea así: aprovechada, oportunista, de nula confiabilidad.  Pero él hoy se quebró: había sufrido un infarto hacía poco más de un mes y desde su recuperación la violencia lo había alcanzado y maltrataba a su compañera en reacciones incontrolables.  Ella confirmaba mientras las lágrimas se le derramaban de los ojos silenciosamente.  ¿Por qué me lo contaban?  Porque  la gente necesita hablar y a mi me sale escuchar.  No había nada que yo pudiera hacer y repliqué lo lógico: que consultaran con su médico, que quizá fuera consecuencia de la nueva medicación para el corazón.  Después atendimos nuestros asuntos y se fueron.  Pero ese quiebre, esas lágrimas me causaron una profunda lástima.  ¿Qué fue? ¿Qué descubrieran su debilidad tras la pose de ventajismo habitual?  ¿La conciencia de fragilidad de la vida, que se nos puede desbaratar en un segundo?  ¿O fue el auténtico dolor de él, que se colaba en su reconocimiento de violencia hacia su compañera, y la resignada sumisión de esa mujer tan desagradable?  No sé.  Me causaron lástima, de esa que aparece cuando uno no puede hacer otra cosa que sentir lástima. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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